Por Antonio Adeliño Vélez | Diciembre 9, 2013 - 8:55 am - Publicado en Viña y fogón

Fotografía: Javier Marqués. Viga de Lagar

Antonio Adeliño Vélez. Los pocos lagares que quedan en pie, están en desuso. Algunos resisten el paso del tiempo, abandonados a su suerte por los aparceros, y otros han sido transformados en bares o merenderos, perdiendo su estética original aunque conservan la viga, el pilón y el husillo que les identifica en su nueva condición ornamental. Pero durante muchos siglos fueron ejemplo de sencillez y eficacia en su función de prensa para exprimir el jugo de las uvas.

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El lagar es el lugar donde se pisa y prensa la uva para extraer el mosto y por extensión se denomina así, al edificio que alberga el recipiente y la prensa. Su origen se remonta a la Grecia antigua, como queda reflejado en un ánfora ateniense del siglo VI antes de Cristo, donde se reproduce un lagar de viga primitivo. Por tanto estamos ante un ingenio con más de 2500 años de vida útil.

El edificio se construye, aprovechando el desnivel del terreno para facilitar la descarga de la uva a ras de calle y para que la excavación de la pila del mosto, resulte menos costosa. Cuenta por tanto con dos grandes recipientes o pilas a distinto nivel. En la superior se echan los racimos para ser prensados y en la inferior que es más pequeña, se recoge el mosto. Ambas están conectadas por un canalillo, llamado viznera o piquera.

Su planta es rectangular, de sólida estructura, con anchos muros de piedra de mampostería y con cubierta a dos aguas. Los entrecanes del tejado se dejan huecos para facilitar la ventilación y evitar la acumulación del tufo. Tiene dos puertas con distintas funciones; una de acceso para el personal y otra más estrecha, a un costado de la pila superior, para recibir las uvas. El hastial trasero es más alto y más grueso que el resto de los muros, constituyendo lo que se denomina el cargadero y que viene a ser un eficaz contrapeso para resistir el empuje vertical de la viga en acción.

En el centro, a lo largo y por encima de las pilas, se coloca horizontalmente una viga grande de olmo. Su base se encaja mediante un labrado de espiga entre dos pares de pies derechos o postes que le sirven de guía y que se anclan en la pared trasera de la pila y en el cargadero.

Para mayor seguridad y evitar que pudiera abalanzarse, en el centro de la base de la viga, se inserta un eje de hierro cilíndrico que se encaja en la guía. En esta guía se atraviesan unas maderas fuertes llamada trincheras cuya función se verá más adelante. Para evitar oscilaciones laterales, existen otros cuatro postes en el centro del lagar, sobre el muro de separación de las dos pilas que también harán de guía, aunque en esta ocasión se amarran al muro citado y a una viga trasversal colocada la altura del plano del tejado.

En el otro extremo de la viga se sitúa el pilón que está conectada a esta, mediante el husillo. El pilón es una piedra grande y troncocónica que al ser elevada, hace de contrapeso para que la viga exprima los racimos. Se halla deprimida unos 30 centímetros bajo el suelo y le rodea una corona circular empedrada. Para unirse al husillo, la piedra tiene labrada una caja o cavidad de forma trapezoidal en su base superior. En esta caja se introduce un travesaño de madera en forma de cola de milano. Del centro del travesaño, emerge un eje prisionero que se introduce en la base del husillo, uniendo a este con el pilón, mediante una chaveta o pasador metálico.

El husillo es un madero tallado como un tornillo que al ser roscado, consigue que suba o baje la viga. La parte inferior es cuadrada y tiene uno o dos huecos pasantes para introducir los andaderos, que son unos palos cilíndricos con los que los aparceros, giran el pilón y enroscan el husillo. En la parte superior y por encima de la viga se halla la tuerca de madera, fijada a esta con pletinas metálicas. Este extremo de la viga puede estar taladrada u horquillada para que pase el husillo con holgura suficiente, a fin de que la unión de todos los elementos tenga el juego necesario y no casquen por la rigidez.

Un pequeño pozal es el último elemento de construcción que no debemos olvidar, pues facilitará el llenado de las pellejas con el mosto, que se saca desde la pila inferior a este recipiente. En los últimos tiempos eran de ladrillo revocado con cemento, pero también se han conocido de piedra o de madera.


Este articulo fue publicado el 9 Diciembre 09Europe/Madrid 2013 a las 8:55 am y esta archivado en Viña y fogón. Puedes suscribirte a los comentarios en el RSS 2.0 feed. Puedes escribir un comentario, o hacer trackback desde tu propia web.

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