
¡Esto sí que es hacerse la competencia entre entidades bancarias!
Pedro Félix García. Sí, yo soy también dibujante humorista y hay quien cree que, por eso, estoy siempre de broma. Vamos que puede parecer que el titular de este artículo va de chiste. Pero no, el titular no va de chiste. Los mejores chistes se dan siempre en la vida real; no hay que inventárselos. Sólo hay que mirar y saber ver. Y fotografiar oportunamente lo que vemos. O dibujarlo.

Vecinos de Vadocondes, heladitos de frío, guardando cola esperando al ‘ofibús’ de ‘CaixaBank’
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Este viernes pasado ha aparcado una oficina móvil de ‘CaixaBank’ justito casi delante de una oficina fija de ‘Ibercaja’. Esto ha ocurrido en la plaza mayor de Vadocondes poco antes del mediodía. ¿A que parece de chiste? Pues no es un chiste. Ahí tienen ustedes la foto. Y bien lejos de ser de chiste todo el trasfondo que encierra el acontecimiento, que invita a reflexiones muy serias, pues significa el desprecio que demuestran las grandes entidades bancarias hacia sus clientes.
Todo es consecuencia de la política puesta en marcha por ‘CaixaBank’ de ir cerrando oficinas y poder prescindir cada vez de más personal, cierre de oficinas que no sólo ha afectado a la que tenía abierta en Vadocondes, sino también a las de otras muchas localidades, no sólo de esta comarca sino de toda España.
En otros lugares no sabemos cómo han actuado, pero en Vadocondes, los altos responsables de CaixaBank no han tenido siquiera el detalle de avisar anticipadamente por carta a sus clientes de que iba a cerrarse aquella oficina. Por todo aviso únicamente han podido contemplarse un par de pequeños y cutres cartelitos -tamaño DIN A4- impresos sobre papel reciclado con el fondo -por tanto- oscuro, y más difíciles de leer aún por encontrarse pegados por dentro de un cristal grueso. Para colmo, impresos con una letra bastante pequeña. Tratan de informar así públicamente del día y a qué horarios aparecerá un ‘ofibús’ para dar lo que resulta ser un mucho peor servicio que el que ofrecía la oficina fija ahora cerrada. Imposible leer esa letrilla sin gafas para quienes necesitamos usarlas para ver de cerca. Si hubieran enviado una nota de cortesía a cada domicilio, entonces los receptores hubieran tenido sus gafas más a mano para enterarse del contenido del comunicado pero, por lo visto, tratan de ahorrar hasta en eso. Culpa de la desaceleración que viene, suponemos.