
Bai Dinh Pagoda
Enrique Sancho. Se ha dicho todo, o casi todo, sobre la ya mítica Bahía de Halong en el norte de Vietnam, en el golfo de Tonkín, a 180 kilómetros de Hanoi, Patrimonio de la Humanidad y, sin duda, el destino más popular del país y probablemente la bahía más bella del mundo.
Millones de turistas la visitan cada año y también millones de vietnamitas o habitantes de los países vecinos, la eligen como segunda residencia lo que está provocando una saturación de barcos en las aguas y de residencias de lujo, tiendas, restaurantes y hoteles en la costa.

Tam coc
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A pocos kilómetros de Halong se encuentra Tam Coc, lo que algunos han llamado “Halong en tierra” porque, en efecto, el paisaje es muy similar, con los enormes peñascos forrados de vegetación, los paredes verticales y las formas deslumbrantes, pero sustituyendo las turquesas aguas del golfo de Tonkín por extensos arrozales en todas las gamas de verde y amarillo, solo interrumpidos por el tranquilo cauce del río Ngo Dong y las cientos de pequeñas barcas conducidas por remeros -y sobre todo remeras- que las surcan tranquilamente.
Pero vayamos por partes. Los entre 2.000 y 3.000 islotes (parece que nadie ha podido contarlos) que pueblan la bahía de Halong a lo largo de una costa de casi 120 kilómetros y una superficie de 1.500 kilómetros cuadrados, crean uno de los paisajes más hermosos que puedan imaginarse. La piedra calcárea entre gris y marrón, la vegetación que se cuela por cada grieta y el reflejo que crean en las generalmente turquesas aguas del mar forman un contraste extraordinario, a su belleza contribuye el que debido a su escarpado relieve, la mayoría de ellas no se ha visto nunca alterada por la presencia del hombre. Como reconoció la Unesco cuando lo declaró Patrimonio de la Humanidad en 1994, “además de su excepcional valor estético, este sitio presenta un gran interés en el plano biológico.” Halong es además, desde el 11 de noviembre de 2011 una de las siete maravillas naturales del mundo.