Por Antonio Adeliño Vélez | Diciembre 4, 2018 - 9:05 am - Publicado en Cultura

Iglesia Románica del Duraton

Iglesia Románica del Duratón

Antonio Adeliño Vélez. Quizás al viajero, turista o aventurero, el nombre de Duratón le suene a río o a hoces horadadas por el eterno empuje de las torrenteras que bajan desde Somosierra hasta el Duero. Pero Duratón es también el nombre propio de una pequeña localidad segoviana, con unos treinta habitantes, situada al sureste de la provincia, en el curso medio del río homónimo.

Ingreso a la galería por el sur

Ingreso a la galería por el sur

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Cómo llegar

Para llegar a Duratón tomaremos como referencia las localidades de Sepúlveda y Boceguillas, ya que ambas poblaciones se hallan a escasos kilómetros del destino. Quienes accedan desde el interior de la provincia de Segovia, se dirigirán hacia Sepúlveda y desde allí a Duratón. Y Los que procedan desde otros lugares de España, lo harán por la A-I (Autovía Madrid-Burgos) hasta Boceguillas, donde tomarán la carretera hacía Sepúlveda, y a pocos kilómetros encontrarán el desvío a Duratón.

Dos mil años nos contemplan

En estas líneas fijaremos nuestra atención en la iglesia románica de principios del siglo XIII, pero conviene recordar que en la cima de la colina que resguarda al pueblo de los vientos del norte, hay un yacimiento arqueológico de la época romana que corresponde a la ciudad de Los Mercados, fundada unos años antes del inicio de nuestra era. Y en la base de la colina, junto a la iglesia románica, se halla una importante necrópolis visigoda del siglo VI, con más de seiscientos enterramientos documentados.

Capitel de la Natividad

Capitel de la Natividad

La iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Duratón, data de 1203 y se encuentra a las afueras del pueblo, sola y separada del casco urbano por el cauce del río. Los 150 metros de distancia y la escasez de vecinos, propicia que el templo sólo se abra en contadas ocasiones y generalmente para celebraciones matrimoniales, pues se cuenta con una pequeña capilla en medio del pueblo.

Interior del templo

El templo es de planta basilical, con cabecera semicircular y nave rectangular, donde se aprecia su armonía constructiva y la elegancia de los volúmenes arquitectónicos. Aunque de pequeñas dimensiones, pues mide 18 metros de largo por 9 metros de ancho, constituye uno de los ejemplos más espléndidos del románico rural segoviano y nacional.

El techo de la nave descansa sobre artesonado de madera, mientras que el ábside se cubre con bóveda de crucería en su primer tramo y con bóveda de horno, reforzada con nervaduras, en su parte final. Los capiteles de las columnas que reciben las nervaduras de la bóveda y las del arco triunfal, ofrecen un repertorio escultórico amplio, donde podemos reconocer entre otras escenas bíblicas, a Susana y los viejos, Daniel entre leones, Sansón desquijando al león, y a los Reyes Magos. También es interesante observar la exquisita ejecución de las tres ventanas del ábside, donde sus vanos a modo de bocina y terminados en aspillera, quedan enmarcados por sendas columnas con capiteles labrados y arquillos de medio punto decorados, que nos hablan de la sensibilidad y pericia de los canteros de esta escuela de constructores, asentada en las orillas del río Duratón.

Interior de la galería porticada

Interior de la galería porticada

Exterior de la iglesia

El exterior del templo fue objeto de una cuidada restauración a mediados de los años ochenta del siglo pasado, y nos permite contemplar la obra en todo su esplendor y belleza. El conjunto arquitectónico trasluce una armonía singular en cada una de sus partes, pero destaca singularmente la galería porticada que protege la puerta sur y se prolonga a lo largo de la fachada meridional.

En la cabecera, observamos un ábside semicircular, dividido en cinco lienzos por cuatro pilastras que hacen de contrafuertes. Las habituales columnas entregas de los ábsides románicos, se sustituyen aquí por ligeros contrafuertes que en el tercio superior disminuyen su espesor, ganando en elegancia sin restar eficacia. En los lienzos centrales, se abren tres ventanitas largas y estrechas (en aspillera), rodeadas por pequeñas columnas con capiteles labrados, de los que arrancan unos arquillos de medio punto, adornados con gráciles chambranas o molduras que los circundan. La cornisa sobre la que descansa el alero del tejado y los canecillos que la sustentan aparecen labrados y decorados.

Ingreso a la galería por el este

Ingreso a la galería por el este

Al ábside le sigue una nave rectangular, cuyos paramentos terminan con canecillos y cornisas labradas. Bajo estos, en su fachada sur, se abren dos ventanas en aspillera, flanqueadas por sendas columnas, sobre cuyos capiteles se sustentan unos arquillos adornados con chambranas. En su fachada oeste se yergue altiva una torre del siglo XVI, en apariencia tosca y disonante con el edificio, pero de una resolución arquitectónica impresionante, pues intercala en la base del campanario elementos cóncavos y convexos labrados, para ampliarle, reforzarle y dar continuidad a la escalera de acceso.

Dos puertas nos permiten la entrada al templo: Una al sur y otra al oeste. Ambas están flanqueadas por jambas y columnas exentas que sustentan el arco de medio punto. En los capiteles de las columnas aparecen cincelados, sirenas, arpías, grifos y aves de cetrería; y las ménsulas de las jambas aparecen labradas con figuras geométricas. Ambos arcos están configurados por tres arquivoltas, la central ondulada y lisa (sin decorar) y las exteriores labradas primorosamente con motivos geométricos y florales. Unas finas chambranas ajedrezadas, separan el arco de los sillares del paramento.

Canecillos y metopas

Canecillos y metopas

Galería porticada

El elemento más significativo de todo el conjunto arquitectónico es la galería porticada de la fachada meridional. Consta de diez ventanales, agrupados en dos tramos; uno de seis arcadas hacia el poniente y otro de cuatro hacia el saliente. En medio de los dos, se halla el ingreso o entrada, cuyo vano se cubre con arco de tres arquivoltas, la primera lobulada, la segunda lisa pero ondulada y la tercera cincelada con círculos entrelazados. Sobre el plinto o banco, se elevan columnas dobles, con capiteles ricamente decorados que sustentan a la arquería lisa aunque adornada con una chambrana de remate ajedrezada. Bajo la cornisa observamos los canecillos labrados y el espacio que los separa, está ocupado por metopas cinceladas. En el este hay otra puerta de ingreso a la galería. Su arco de tres arquivoltas, se sostiene en jamba y columnas intercaladas. La primera arquivolta aparece lisa, la segunda está decorada con dientes de sierra y semicírculos, y la tercera con círculos entrelazados. Como remate, le circunda una moldura ajedrezada.

Torre del campanario

Torre del campanario

Iconografía variada

La escuela o taller del Duratón, dejó su impronta en el conjunto iconográfico de la galería porticada. Sus autores, porque se aprecia la maestría de más de uno, quisieron simbolizar en su obra la lucha entre el bien y el mal, entre los vicios y las virtudes. De la parte del mal, podemos contemplar capiteles labrados con machos cabríos rampantes, maléficas arpías, o guerreros luchando con un animal demoniaco; mientras que el triunfo del bien se expresa en los capiteles que escenifican el ciclo de la Navidad (nacimiento del vencedor del mal), donde destaca el capitel de la Natividad por su composición, expresividad y ritmo. Obsérvese como el vuelo del incensario une dos escenas y confiere movimiento al cuadro.

La exuberancia decorativa, continúa bajo la cornisa de la galería donde en canecillos y metopas aparecen escenas de la vida cotidiana de la época, como faenas agrícolas, tareas ganaderas, actividades artesanas o estampas de caza; mezcladas con otras de carácter simbólico, representadas por animales fabulosos extraídos del bestiario medieval. Como curiosidad se trae a colación la representación de un dromedario, que pudiera revelar la presencia de algún artista mudéjar en esta escuela.

Un conjunto de primer nivel

En fin, que nos hallamos ante un conjunto arquitectónico y artístico de primer nivel, catalogado entre los mejores de España, fácil de visitar, con buena accesibilidad y bien cuidado. Merece la pena dedicar unas horas para visitarlo, si nos desplazamos desde tierras segovianas o desde las provincias limítrofes, o destinar una jornada, si se viene desde más lejos. ¡Ah! y no se olvide de llevar consigo estas notas, pues le servirán de guía para admirar lo que aquí se dice y lo mucho que queda por contar de las piedras doradas de la iglesia de Duratón.


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