Por Jorge Romero | Octubre 8, 2018 - 8:00 am - Publicado en Viña y fogón

Chef Jorge Romero. Las tablas de quesos son muy apreciadas en nuestra gastronomía. Resultan sabrosas, vistosas y muy fáciles de preparar. Casi nunca pasan desapercibidas en la mesa y, menos aún, en el paladar, ya que son una opción estupenda para degustar los sabores, las texturas y las bondades artesanas de las distintas regiones del país.

Tabla de quesos

Tabla de quesos

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Una tabla de quesos consiste en una degustación. Y, aunque no hay normas estrictas, en general se compone de entre cinco y siete tipos diferentes de quesos. Como dice el refrán popular, en la variedad está el gusto. Ahora bien, no todas las piezas son iguales -y algunas incluso tienen características muy distintas-. Hay sabores y texturas muy diversos, unos rasgos que se deben tener en cuenta al preparar la tabla y al elegir la presentación de cada queso.

Quesos en cuña o en tacos

Los quesos de pasta dura siempre son una buena elección. Algunos de ellos, como el Idiazabal, el Zamorano, el Manchego o el de Roncal, son excelentes muestras de quesos de oveja, típicos de nuestra cultura gastronómica. Tanto estas variedades, como las elaboradas con leche de vaca o las que mezclan leche de vaca, cabra y oveja, aportan unos matices muy interesantes y equilibrados a la mesa.
Estos quesos de pasta dura se pueden presentar en pequeñas porciones para coger con la mano. También se puede hacer en una cuña más grande, que se trocea con un cuchillo especial a la medida que se necesita; esto puede resultar un poco más engorroso, pero asegura una mayor frescura del corte de queso y evita que las piezas se resequen.

Los quesos de pasta blanda, como el Tetilla de Galicia, el de Las Garmillas de Cantabria o -un poco más consistente- el de Mahón, de Menorca, también se presentan en cuñas o en tacos. Aunque por su consistencia, muchas veces se cae en la tentación casi de untarlos, estos quesos mantienen bien su forma gracias a su corteza.

Quesos para untar

Además de los quesos en cuñas -duros o blandos-, otros cuentan también con una consistencia idónea para untar. Los quesos azules (como el Cabrales), el queso de cabra en crema o la torta del Casar, típica de Extremadura, son buenos ejemplos de ello. La delicada textura de estas delicias ocasiona que la forma se rompa enseguida y con suma facilidad. Un buen consejo para que siempre estén bien presentados es colocarlos en tarrinas o botecitos. Así se consigue una mejor apariencia y, en compañía de los otros quesos, se ofrece una tabla más completa y variada.

En caso de tener muchos invitados, se puede servir la torta del Casar de manera tradicional. Este queso se presenta en la mesa entero, con un corte al ras en la parte superior (como si le quitara la “tapa”), para que los comensales puedan coger la parte cremosa directamente desde el interior. Si no hay muchos invitados en la mesa, lo mejor es proponer una pieza pequeña o utilizar el truco de las tarrinas, que siempre luce.

Presentación y degustación de una tabla de quesos

Al preparar la tabla, se deben sacar los quesos del frigorífico con un poco de antelación para que las piezas adquieran textura, consistencia y temperatura naturales.

El mejor modo de presentar los quesos para untar es acompañarlos con panes ácimos, unos colines o unos panecillos tostados. Estos últimos pueden contener trocitos de uvas pasas o higos secos, aunque también se puede ofrecer la fruta aparte, como un complemento.

En cambio, presentar los quesos ya untados no es buena idea. Facilita en exceso el “trabajo” de los comensales y se pierde la esencia de la tabla, que consiste en ofrecer los quesos por un lado y los acompañamientos, por otro.

En el momento de la degustación, se recomienda comenzar por los más suaves hasta llegar a los más intensos de sabor. Y es conveniente beber una bebida neutra, que no arrebate el sabor del queso, sino que lo complemente. Los vinos jóvenes y vinos blancos, los cavas, las sidras y la cerveza suponen un maridaje apropiado.

Tabla de quesos, ¿como entrante o como postre?

Las tablas de quesos se sirven a menudo como aperitivo, antes de una comida, pero también pueden ofrecerse al final. Este aspecto es importante ya que, según el momento que se elija, conviene más utilizar unos quesos u otros.

Lo mismo ocurre con el acompañamiento. Al combinar los quesos -ya sea con vinos, panes, frutas, embutidos, frutos secos o dulces-, habrá que tomar en consideración si es el momento del picoteo inicial o del postre.

La bebida que mejor combina con cada queso

Existe la idea de que el queso ha de tomarse siempre con vino tinto. Sin embargo, los expertos indican otras combinaciones más apropiadas para cada tipo de queso:

  • Un queso fuerte puede anular el bouquet de un vino delicado y disimular el sabor de un vino malo.
  • Un queso azul no conviene a los vinos tintos, pues este queso pica. Es preferible beber sidra, vino blanco o cerveza.
  • Un queso fresco se puede tomar con cavas y con vinos tintos.
  • Un queso semicurado, con rosados o tintos jóvenes.
  • Y un queso de cabra, con un vino blanco (joven y afrutado).


Este articulo fue publicado el 8 Octubre 08Europe/Madrid 2018 a las 8:00 am y esta archivado en Viña y fogón. Puedes suscribirte a los comentarios en el RSS 2.0 feed. Puedes escribir un comentario, o hacer trackback desde tu propia web.

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