Gloria Soto. Amo América desde mi niñez. Eso tiene mucho que ver con las películas del oeste y las novelas de Marcial Lafuente Estefanía que me permitían soñar con una tierra de libertad con grandes praderas llenas de bisontes donde los blancos y los indios luchaban por la supervivencia. Ese universo esta reflejado magníficamente en el Museo de Arte del Oeste Briscoe, en San Antonio (Texas). También se recuerda en las canciones de música country, un género íntimamente ligado a la ciudad de Nashville, capital del estado de Tennesse, donde triunfaron los grandes artistas que han propagado la música del oeste por el mundo entero. Entre ellos, Johnny Cash, con el permiso de Hank Williams, Dolly Parton y Willie Nelson, entre otros.
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El viaje de Pensacola a Nashaville duró unas seis horas, que se hicieron muy largas pues el camino estaba oscuro y no paró de llover. Lo hicimos de una sentada, a excepción de la parada en la gasolinera BUC-EE’S, que yo no conocía, a pesar de estar en boca de todos. Llegamos de noche, pero nada más dejar las cosas en el hotel, nos fuimos a la zona de Music Row, que es donde se cuece el ambiente, especialmente en la Avenida Broadway. En el corazón musical quedé deslumbrada por la explosión de luces, colorido, gentío y bares a raudal, todos llenos y con música en directo. Mi alegría no tenía límites cuando entramos en el “Robert’s Western World”, un local carismático, en el que nos tuvimos que hacer sitio casi a codazos, pero no importaba. Estábamos allí escuchando country, bebiendo cerveza y comiendo hamburguesas con patatas fritas. No podía pedir más, pues había cumplido mi deseo de ir a Nashville.
En Barcelona, muchos años atrás, había visto la película “Walk the Line”. Desde entonces, no he parado de escuchar a Johnny Cash. He leído su biografía y he seguido su trayectoria que remonta a la niñez cuando su madre le enseñó canciones de góspel que cantaba en la Iglesia. Los inicios musicales fueron con el grupo, Johnny Cash and The Tennessee Two, aunque, posteriormente, desplegó en solitario para volar a lo más alto tras muchas caídas de las que supo levantarse. Johnny Cash era un extraordinario poeta, cantante, compositor, con una voz singular que nace de lo más hondo del sentimiento. Su vida marcada por la pérdida de su hermano, el consumo de drogas, y una gran historia de amor, es un ejemplo de superación. Johnny Cash fue capaz de cambiar el rumbo después de haber tocado fondo, emerger de las cenizas y comenzar un camino hacia la redención. Una travesía que siguió junto a su amada Jane Carter con la que, en ocasiones, compartió escenario. Visitar el “Museo Cash”, en plena zona del bullicio, fue una alegría. Allí, pude contemplar con detalle los momentos más importantes de su vida, escuchar sus grabaciones, y comprarme una camiseta de recuerdo que reza: Johnny Cash, American Rebel. Semanas mas tarde, contemplaría su estatua a la entrada del Congreso de los Estados Unidos en Washington. Una efigie que le rinde un merecido homenaje.
Entre los bares que visitamos, el de “Bon Jovi”, muy grande y bonito. Otro, el Home Of The Heroes, un lugar que podría asemejarse a cualquier bar-taberna española, en el que comimos y escuchamos música en directo, gracias a dos guitarristas y una joven cantante con muchas tablas que nos arrancó de los asientos para echar unos bailes. Asimismo, también hubo tiempo para ir al Country Music Hall of Fame and Museum, uno de los museos de country mas importante mundialmente, que da testimonio de la historia de la música country y sus variantes, Honky Tonk, Hillbilly, Outlaws, Bluegrass, Nashville sound, Country Pop, folk, etc., desde los orígenes a la actualidad, recogiendo la vida y éxitos de los más importantes artistas vinculados con el género. Entre ellos, los miembros de The Highwaymen, Willie Nelson, Johnny Cash, Waylon Jennings, and Kris Kristofferson que hicieron unos conciertos extraordinarios que escucho a menudo. El único que queda vivo es Willie Nelson, a quien tuve la oportunidad de escuchar en un concierto espléndido en Fort Lauderdale (Florida) en el año 2019. Nelson tiene un museo en Nashville, y entre sus famosas melodías destaco: On the Road Again que me ha inspirado en ocasiones.
Un lugar imprescindible es el Grand Ole Opry, un espacioso teatro con asientos en forma de banco, en recuerdo al Auditorio Ryman, el local desde donde se retransmitía por radio el Grand Ole Opry, el programa de música country más antiguo de la nación al que todos los artistas querían acudir. Entre ellos, Elvis Presley, cuando tenía como productor a Sam Phillips, Johnny Cash, y Jerry Lee Lewis. La visita guiada que se ofrece es imprescindible para entender la importancia del sitio y lo que se cuece entre bastidores.
Además, en Nashville merece la pena ver el Partenon, la Destilería Jack Daniels, y hacer el camino presidencial que comprende visitar, El Hermitage, la residencia del carismático presidente Andrew Jackson, la Casa y Museo del presidente James K. Polk, y The Andrew Johnson National Historic Site, donde vivió el presidente que sucedió a Abraham Lincoln. Los tres presidentes nacieron en las Carolinas, pero residieron en Tennessee.
La capital del country me dejó muy buen sabor de boca y ganas de repetir. Mientras tanto, me quedo con las letras y el sonido de unas historias que recogen el espíritu de América y me devuelven a esa niñez en la que soñaba con la tierra de los libres y el hogar de los valientes.
Este articulo fue publicado el 7 Marzo 07UTC 2025 a las 9:30 am y esta archivado en Cultura. Puedes suscribirte a los comentarios en el RSS 2.0 feed. Puedes escribir un comentario, o hacer trackback desde tu propia web.