Asociación de Vecinos de Santa Catalina. Ante las exageraciones y mentiras que se vierten en algunos reportajes televisivos, donde se afirma que, en el barrio de Santa Catalina de Aranda de Duero, hay un gueto de personas marginadas; existe una barriada asaltada por okupas; sus calles se han convertido en dispensarios de droga, y sus locales de ocio son lugares de violencia donde diariamente hay peleas a navajazos, los vecinos de este barrio manifestamos que la realidad es otra y el barrio tiene un semblante más amable y acogedor para vecinos y visitantes, aunque, como en otros lugares, existan problemas localizados de ese tipo.
Nuestro barrio con 7.000 habitantes, es el más populoso de Aranda y a la vez, el de dimensiones más reducidas, que creció debido al ingenio y al trabajo de autónomos y obreros que a partir de 1950 se asentaron en la zona este de Aranda de Duero.
Las circunstancias sociales han variado en la segunda década de este siglo, con la llegada de una numerosa población emigrante, pero no se han detectado problemas de racismo o xenofobia, y la convivencia es respetuosa entre los foráneos y los extranjeros.
En el barrio hay lugares de reunión, esparcimiento y recreo, para uso y disfrute de todo el mundo; y también hay centros sociales para el desarrollo de inquietudes deportivas, educativas o religiosas.
Contamos con un parque natural a orillas del río Arandilla, que tiene un paseo de ribera excepcional, donde se puede disfrutar del murmullo del agua y del trino de los pájaros. Dispone de zonas verdes con juegos infantiles y aparato de gimnasia para mayores y un excelente bar con amplia terraza para solazarse.
En el parque Príncipe de Asturias hay un pabellón polideportivo dedicado a nuestro vecino olímpico: Santiago Manguan donde se desarrollan competiciones de carácter internacional, y a su alrededor está el frontón, diversas canchas de baloncesto, balonmano y futbito, con pistas de petanca, bolos y tuta, sin olvidar un parque infantil que siempre está lleno de niños. Y al final de la calle Madres Bernardas, otro amplio parque recibe al visitante con los brazos abiertos para que pueda contemplar sosegadamente uno de los murales de gran tamaño que embellece el espacio, reflejando la realidad multicultural del barrio.
Y si hablamos de arte urbano, un sendero de murales jalona el barrio; diez de ellos decoran grandes fachadas y otros veinte, en lienzos más pequeños, adornan calles, plazas, parques y colegios.
Somos de dimensiones reducidas, pero acogemos un buen número de servicios públicos: 2 colegios de primaria, 2 institutos de secundaria, un ambulatorio médico, los juzgados de Aranda y su comarca, las dependencias de la Guardia Civil, un templo de la iglesia católica y varios centros de culto cristianos, un centro de mayores muy concurrido en las tardes de invierno, tres supermercados que complementan a varias tiendas tradicionales, comercios, bares y restaurante. Y dentro de pocos meses, contaremos con Universidad y una amplia plaza pública que nos permitirá realizar toda clase de eventos.
Singular es también su amplio tejido asociativo, con la asociación de vecinos muy activa proponiendo mejoras de obras y servicios para el barrio; la asociación de comerciante que dinamiza el comercio y hace atractivo el barrio adornándolo con murales; la cofradía, con su banda de música, que refleja la piedad popular en semana santa y lo largo de año litúgico; la asociación de niños discapacitados (ANDAR), con actividades instructivas y socializantes; el centro de mayores Santa Catalina, donde se reúnen los más veteranos del barrio para entretenerse, instruirse, reírse y hablar de sus cosas.
Y aunque somos muchos, como estamos muy juntos, nos conocemos casi todos. ¿A qué mi barrio mola?
Este articulo fue publicado el 28 Mayo 28UTC 2025 a las 7:39 am y esta archivado en Es Noticia. Puedes suscribirte a los comentarios en el RSS 2.0 feed. Puedes escribir un comentario, o hacer trackback desde tu propia web.
No se trata de atacar a nadie, pero sí de reconocer que hay un problema creciente: reyertas graves, algunas con consecuencias fatales, viviendas ocupadas ilegalmente y una sensación de inseguridad cada vez más extendida. Muchos residentes denuncian dejadez, suciedad y una convivencia cada vez más difícil con personas que, en algunos casos, ni quieren ni intentan integrarse.
Es lógico que la Asociación quiera defender su barrio, pero negar los hechos no ayuda. Lo que necesitamos es una reflexión honesta y un compromiso conjunto —vecinos, asociaciones y administraciones— para afrontar lo que está pasando y trabajar por soluciones reales. Solo así podremos mejorar.