Por Webmaster | Febrero 28, 2011 - 8:28 am - Publicado en Cultura

Gumersindo Ontañón. Sin apenas darnos cuenta se ha presentado el año 2011 y con él, el mes de febrero el más corto y uno de los más fríos.

MejorableAceptableBuenoMuy BuenoExcelente (2 votos, media: 5 de 5)
Loading ... Loading ...

A pesar de todo, el próximo lunes 28, resonarán con fuerza los cánticos de las marzas en las angostas calles del pueblo y el oscuro cielo otra vez será testigo del legado que nuestros antepasados nos dejaron y que afortunadamente no ha caído en el olvido.

Presento en esta ocasión otro capítulo más, relacionado con nuestro folclore popular, del antropólogo Montesinos González, autor de “Las marzas: rituales de identidad y sociabilidad masculina”.

Las Acciones Festivas ( II )

Si el dao (conjunto de donativos), era escaso, en proporción con la riqueza socialmente considerada de la casa, los productos entregados estaban en malas condiciones o trucados (algunos vecinos, por diferentes razones, entregaban morcillas rellenas de ceniza, denominadas “panzorras”, pan duro, huevos ponones de nidos y castañas carrias; es decir, ruines, arrugadas y podridas), o sencillamente se rechazaba sin motivo, la presencia de los mozos rondadores, estos respondían, a lo que consideraban un agravio, cantando las marzas rutonas, a través de las cuales se parodiaba y se escarnecía a todos los miembros de la casa o a alguno en particular, dándoles una cencerrada, con los campanos que para ese uso solían llevar.

Click para ampliar Texto

Click para ampliar Texto

El tiempo de las marzas era el momento del año seleccionado por la Sociedad de Mozos, para admitir oficialmente a nuevos miembros en su comunidad de solteros. Para ello, los que entraban ese año a mozos debían cumplir una serie de requisitos como eran: pagar una cantidad de dinero, a la que se denominaba la patente, en Villanueva, se llamaba pagar la peseta, para la adquisición de vino; aceptar las funciones que les señalaba el mozo viejo, en razón de las facultades de cada uno. Los más dotados para la canción se integraban al coro como cantores, los menos dotados, cumplían tareas de faroleros u otras, por regla general de tipo auxiliar; algunas de un gran esfuerzo: llevar durante toda la ronda el cesto en el que se recogían las dádivas, conseguir leña y picarla para atizar la lumbre en la que se cocinaban estos alimentos. Los nuevos miembros de la cuadrilla eran presentados por el mozo viejo a todos los vecinos del pueblo, señalando sus méritos y designándoles por sus respectivos nombres o apodos.

El Recuento del Dao

Otra fase de las marzas consistía en un primer recuento que hacía el mozo viejo o el bolsero, en presencia de la totalidad de la cuadrilla de mozos, del dinero y de los distintos productos alimenticios, con los cuales iban a preparar la comida de las marzas o “parranda”. En algunas zonas, una parte del dinero (los seis cuartos) se reservaba para la compra de las velas del Santísimo, que eran llevadas por los mozos, previamente sorteados entre los de la cuadrilla de marzantes, en la procesión del Jueves Santo en la Semana Santa en honor al Santísimo.

En otros lugares seguían las sobremarzas (merienda o cena festiva) y a continuación se organizaba el baile.


Este articulo fue publicado el 28 Febrero 28Europe/Madrid 2011 a las 8:28 am y esta archivado en Cultura. Puedes suscribirte a los comentarios en el RSS 2.0 feed. Puedes escribir un comentario, o hacer trackback desde tu propia web.

Escribe un comentario

Nota: Los comentarios de nuevos usuarios son revisados por el moderador antes de publicarse.