Por Gloria Soto | Abril 15, 2023 - 7:35 am - Publicado en Cultura

Gloria Soto. Recientemente, he tenido el placer de escuchar un concierto de música española con la Orquesta Sinfónica de las Américas que dirige el madrileño Pablo Mielgo, en la Sala Amaturo del Centro Broward de las Artes Escénicas en Fort Lauderdale, Florida.

El programa que se presentó quitaba el hipo, y es que cuando lees: Explorando la Excelencia Musical de España, con Rafael Aguirre como guitarrista invitado, y te apercibes de que la música será de Manuel de Falla, y Joaquín Rodrigo, como diría mi madre, “esta Glori, no se lo pierde ni que caigan chuzos”. Así fue, puesto que lluvia cayó, pero la ocasión mereció la pena. Simplemente, ¡magnifico!

Pablo Mielgo (dcha) y Rafael Aguirre (izda)

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La velada comenzó con un coloquio en el que Mielgo, acompañado por Rafael Aguirre, introdujo la sesión con el nombre de: Manuel de Falla y Rafael Aguirre, en referencia al genial compositor, y al convidado que calificó como el mejor guitarrista español en el mundo. Acerca de Falla, dijo que estaba entre los grandes de la música, destacando su producción: Amor Brujo y El Sombrero de Tres Picos, y la influencia en su obra del poeta Federico García Lorca, de quien esbozó una breve pincelada. Por hacer un símil, explicó a los asistentes que Falla para los españoles representaba lo mismo que Leonard Bernstein para los americanos. Previo a dar paso a Rafael Aguirre, situó su figura en un contexto español en el que el Flamenco jugaba un importante papel. Por su parte, el guitarrista malagueño nos ilustró con unas breves referencias a su niñez, en la que estaba más interesado en los juegos que, en la música. Sin embargo, dijo que, en su familia tocaban el piano y su madre le preguntó que quería tocar: piano, o, guitarra. Rafael eligió guitarra. Desde un primer momento, quedó fascinado con el Concierto de Aranjuez, y se preparó hasta conseguir maestría en la pieza de Joaquín Rodrigo, que expuso se había compuesto en Aranjuez, una población cercana a Madrid, que contaba con unos jardines y palacio espectacular donde se había alojado algún presidente de USA al visitar España. También, informó que Rodrigo había nacido en Sagunto, y se había casado con la pianista, Victoria Kamhi, a quien conoció en París, en una época donde todos los artistas se daban cita en la ciudad del amor.

Gloria Soto y Pablo Mielgo

Gloria Soto y Pablo Mielgo

Para mí, escuchar acerca de nuestros compositores y cultura en ese entorno tan distante geográficamente, y a la vez tan cercano por historia, me resultó emocionante y me sentí muy agradecida hacia Mielgo por su difusión de la música española y por animar a los presentes a visitar nuestro país.

Rafael Aguirre cuenta con una amplia trayectoria profesional que abarca más de 37 países, y remonta a su juventud, pues teniendo 16 años debutó con el Concierto de Aranjuez en la Orquesta Sinfónica Juvenil de Málaga con la que realizó tours por el sur de España y Marruecos. En esa época recibió tres premios que, incluyen el Certamen de Tárraga y Pro Musicis de Nueva York. Gracias a una beca de la Junta de Andalucía, pudo estudiar en Alemania y graduarse con honores. Posteriormente se perfeccionó en la Real Academia de la Música de Londres.

A pesar de que bebe de la tradición clásica de Andrés Segovia y Narciso Yepes, ha buscado expandir y ampliar su repertorio incorporando otros estilos que comprenden el pop, folk, y música de cine. Asimismo, ha colaborado con compositores contemporáneos como Joaquín Clerch, Agustín Castilla Ávila, David del Puerto y Daniel Real, entre otros, y tocado en prestigiosas orquestas bajo la dirección de famosos como Jesús López Cobos, Lorenzo, Karina Canellakis, Domingo Hindoya, y varios más. Su primer álbum fue lanzado por RTVE Música, seguido de otros a través del grupo musical Naxos. Entre su notable andadura destaca la prenominación a los Grammy Latinos, aunque para Rafael Aguirre queda mucho por caminar.

El concierto me tocó muy dentro, no solo por la buena dirección de Mielgo, sino porque las piezas me retrotrajeron a mis raíces, a esa música que escuchaba en mi niñez, que entusiasmaba a mi madre, a mis tías, y ¡como no! a mi abuelo Santiago que era músico, y a quien siempre recuerdo tocando con el tenedor y el cuchillo, mientras esperábamos que mi abuela trajera la comida. Mi entusiasmo fue compartido, pues todos aplaudimos al unísono, especialmente, cuando Aguirre nos deleitó con su guitarra. Para finalizar El Sombrero de Tres Picos nos volvió a arrancar del asiento en una ovación con bravos, incluidos los míos, en reconocimiento a un espléndido concierto.

Como broche final, una recepción en la que se respiraba satisfacción y se pudo brindar por el buen hacer de la Orquesta Sinfónica de las Américas, la más antigua del Sur de la Florida, que de la mano de Pablo Mielgo va viento en popa.


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