Chef Jorge Romero. Elaborar en casa un buen pan artesano permite añadir los ingredientes favoritos y lograr un resultado delicioso y muy personal.
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Comer un pan elaborado con nuestras manos es unos de los mayores placeres gastronómicos que existen. Fácil de preparar, con ingredientes económicos, tradicional y muy rico, el pan artesano no solo es uno de los alimentos básicos en la dieta, también puede convertirse en todo un plan para disfrutar de la cocina.
Su elaboración lleva tiempo, pero permite añadir los ingredientes que más nos gustan para conseguir un resultado delicioso y personal. Frutos secos, semillas, frutas desecadas, ajo o aceitunas son solo algunas de las opciones que se pueden explorar en casa.
Pan casero, un placer para los sentidos
El pan casero puede ser algo ocasional, para un desayuno especial o para el fin de semana. Pero, una vez que se hace la prueba y se perfecciona, seguro que será una habilidad para toda la vida. Además, es muy sencillo de elaborar y sus ingredientes son baratos. El mayor obstáculo es el tiempo que requiere: alrededor de unas tres horas. No obstante, serán unas horas preciosas en las que trabajaremos con las manos, sabremos ser pacientes, observaremos cómo crece y, ya en el horno, nos deleitaremos con un aroma delicioso en la cocina. Un pan bien elaborado puede aguantar tierno dos o tres días, de modo que se podrá disfrutar de la preparación en diferentes momentos.
Una receta que gusta mucho es la del pan con frutos secos, como nueces, almendras o avellanas. Los panes con frutos secos son idóneos para bases de tostadas dulces con miel o con mermeladas de higo. Se pueden combinar con elementos cremosos, como el aguacate con limón o el tomate maduro de temporada. Y también maridan muy bien con alimentos salados, como el foie. Para elaborar este tipo de panes, en primer lugar se hace una masa base y luego se agregan los ingredientes que le darán un toque especial.
Pan de nuez, paso a paso
1. Tiempo. Para elaborar un pan se necesitan alrededor de tres horas. No tendremos que estar siempre encima del pan -hay momentos de reposo de la masa-, pero sí se debe estar cerca de la cocina para cumplir cada paso.
2. Cantidades. Para que salga una buena hogaza o unos cuantos panecillos, se precisa medio kilo de harina panificable o “harina de fuerza”. Para ello, necesitamos 300 ml de agua, 10 g de sal, 10 g de levadura prensada (de panadería) y 100 gramos de nueces. La cantidad de frutos secos es orientativa; si queremos más, podemos aumentarla.
3. Fermentación. Podemos hacer el pan con masa madre o directamente con levadura de panadería, también llamada levadura fresca. Se vende en la sección de frescos de los supermercados o en las panaderías.
4. La mezcla. Colocamos la harina en un bol grande y hacemos con ella la forma de un volcán. Vertemos el agua a temperatura ambiente poco a poco. Deshacemos la levadura en esa masa, añadimos la sal y vamos mezclando con las manos. Al principio se pegará un poco a las manos, pero, según vamos mezclando, se convertirá en una masa elástica que no se pega. En ese momento, sacamos del bol y amasamos durante 10 minutos sobre una mesa o la encimera. Vamos extendiendo, doblando sobre sí y volviendo a amasar hasta que quede una masa elástica y fina al tacto.
5. Las nueces. Cuando veamos que la masa está fina, agregamos los frutos secos. Amasamos durante 2 minutos más para distribuirlos de manera uniforme, y dejamos reposar la masa en un lugar a temperatura constante de 20 ºC durante una hora. En ese tiempo, aumentará hasta llegar al doble de su volumen por acción de la levadura y la temperatura constante y tibia.
6. Amasar, otra vez. Transcurrida esa hora, volvemos a amasar. Siempre que iniciemos este proceso se tenderá a pegar, pero solo con el amasado, sin tener que añadir más harina, queda de nuevo una masa fina. Damos forma de hogaza o de panecillos (el pan se conserva mejor en hogaza grande, los panecillos se secan antes).
7. Un nuevo reposo. Colocamos sobre la bandeja de horno, tapamos con un trapo húmedo y dejarnos reposar durante una hora más en las mismas condiciones de temperatura que antes.
8. El horno. Precalentamos el horno a 250 ºC, quitamos el trapo de los panes. Si queremos dar unos cortes superficiales a la masa, o agregar alguna firma o decoración, es el momento. Humedecemos ligeramente la superficie con un vaporizador de agua, introducimos al horno y horneamos durante 10 minutos con calor solo en la zona baja del horno (lo que se llama calor de suelo). Si es posible, quitaremos la función ventilador, que tiende a secar el pan en exceso. Pasados los 10 minutos, bajamos la temperatura a 200 ºC, ponemos también la parte de arriba del horno y, con el calor continuo de suelo y techo, horneamos durante 40 minutos más.
9. Esperar a que se enfríe. Una vez horneado, sacamos el pan a una rejilla de pastelería para que se enfríe y repose, y ya esta listo para consumir. El único reto ahora es no ceder a la tentación de comerlo caliente.
Este articulo fue publicado el 16 Octubre 16Europe/Madrid 2014 a las 8:59 am y esta archivado en ► Recetas ◄. Puedes suscribirte a los comentarios en el RSS 2.0 feed. Puedes escribir un comentario, o hacer trackback desde tu propia web.