Por Gumersindo Ontañón Ontañon | Febrero 26, 2021 - 9:27 am - Publicado en Cultura

Gumersindo Ontañón Ontañón. Este año no va a ser posible cantar las marzas en Aranda y Comarca, los motivos son obvios. Aunque si ustedes me lo permiten, como llevo haciendo en las casi cuatro últimas décadas no me voy a resistir ni pasar por alto hablar de este tema tan arraigado en algunos municipios de nuestra querida Ribera.

Marzas en Villanueva

Marzas en Villanueva

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No quiero renunciar a dar unas pinceladas de este momento mágico que como saben, repito, se vive cada final de febrero en un buen puñado de pueblos ribereños, incluida la capital. Cerca de ocho lustros estudiando e investigando dan mucho de sí para conocer aspectos que nuestros antepasados vivieron con tanto cariño y tanta pasión por seguir con una tradición que venía de siglos atrás.

No puedo ni quiero insisto, dejar pasar la ocasión de este acontecimiento, único entre Navidad y Semana Santa, que pone de manifiesto que el mundo rural merece más, merece más atención, merece que la clase política trabaje de verdad por los pueblos.

Volviendo la vista atrás y curiosamente hace un año, a estas alturas, pensábamos que esta maldita pandemia nos quedaba lejos, en realidad el bicho estaba ya merodeando por aquí y ni nos habíamos enterado. El 29 de febrero de 2020, fue el último acto público que se celebró en varios pueblos, en esta ocasión la comarca vivió uno de los momentos más exitosos en la historia de las marzas, una temperatura como nunca, fin de semana, sábado concretamente, las asociaciones culturales, ayuntamientos, distintas peñas y cuadrillas organizaron cenas, paisanos residentes en otras ciudades se desplazaron a los pequeños pueblos. Fue fantástico. Supuso un reconocimiento popular a esta tradición milenaria y una de las pocas que nos quedan. Los medios locales y provinciales se hicieron eco de la gran participación.

Un par de días antes, tuve el honor y la suerte de impartir una charla sobre las marzas con el título Historia y presente de una tradición milenaria y posteriormente dirigir el coloquio entre una treintena de asistentes de esta comarca en el salón de plenos del ayuntamiento de Villanueva de Gumiel, organizado por Isidro Ferreras coordinador del ADRI Ribera del Duero.

Doce meses después Arauzo de Miel, Caleruega, Baños de Valdearados, Huerta del Rey, Brazacorta, Sinovas, A. V. Santa Catalina, Tubilla del Lago, Villanueva de Gumiel y otras localidades se quedarán huérfanas este 28 de febrero de 2021, dada la situación en que se encuentra no solo nuestra comarca sino todo el país, por lo que esta actividad no se podrá llevar a cabo de forma presencial, aunque sí de forma virtual, organizada por asociaciones culturales, como es el caso de la Asociación Cultural La Cardosa de Villanueva. El vídeo dará cuenta y testimonio a la vez de que este folclore popular se ha llevado a cabo en un año tan convulso y extraño como el presente.

Marzas Villanueva

Marzas Villanueva

Las marzas de origen romano en opinión de la mayoría de estudiosos, se consideran cánticos populares generalmente formados por coplas que cantan los mozos la última noche de febrero. Las marzas son herederas de las kalendae martiae romanas donde festejaban la llegada del nuevo año (cuando en el mundo romano el primer mes era marzo). De ahí la existencia de los dos calendarios:

  • CALENDARIO REPUBLICANO (Calendario lunar).

Comenzaba el año con la luna nueva posterior al deshielo, coincidía con el actual mes de marzo. La fecha del 1 de marzo se fijó como primero de año.

  • CALENDARIO JULIANO (Calendario solar).

En el año 45 A C, el emperador Julio César instauró el año solar con comienzos al primero de enero, siguiendo los pasos de los egipcios.

El sistema republicano había conducido a errores y desconciertos, por lo que instauraron este nuevo calendario.

Entre otras peculiares costumbres, se conserva en bastantes pueblos «la tradición de las marzas» que se cantan en todas las esquinas de sus calles el último día de febrero o, por mejor decir, la última noche de dicho mes.

Ya lo decían los viejos del lugar, son antiguas, antiquísimas, no conocen su origen, sin embargo están de acuerdo en seguir la tradición y continuar con las costumbres que tenían sus antepasados, de ahí que se continúen cantando.

Estas cancioncillas se cantan de forma alterna por dos grupos de «marzantes»: uno de ellos se coloca en una esquina y el otro en la siguiente: comienzan a cantar los primeros, les responden los segundos y así sucesivamente hasta que se terminan los cantos. Cuando se han recorrido cantando todas las esquinas del pueblo, queda inaugurado oficialmente el mes de marzo.

Hasta hace aproximadamente 50 o 60 años, esta tradición de las marzas daba lugar a una curiosa «clasificación social» en la que se mezclaba el estado civil y la edad. Los hombres solteros del pueblo llamados «mozos» se agrupaban en «mozos viejos», conocidos por Alcaldes y Alguaciles que eran los que habían sido considerados «mozos» el año anterior.

Para ser aceptados como tales, tenían que cumplir determinadas normas: tener diecisiete o dieciocho años y ser admitidos por los «Alcaldes» quienes exigían el pago de una peseta y el que cantaran las marzas esa noche.

Mientras se iban cantando estas, los Alguaciles salían a pedir a las casas donde no había mozos: todo el pueblo colaboraba dando un huevo o dos reales.

Una vez terminadas de cantar las marzas en todas las esquinas, los jóvenes iban al lagar a contar los huevos y el dinero recaudado. Se cocían los huevos y con el dinero se compraba escabeche. Los jóvenes que habían pagado la peseta eran los que pelaban los huevos y preparaban la cena y la mesa. Cuando ya estaba todo dispuesto, entraban a cenar Alcaldes y Alguaciles que se sentaban en corros distintos. Al finalizar la cena se compraba orujo, y tras tomar una copa, se recogían las cáscaras de los huevos pelados que se depositaban en las puertas de aquellos vecinos que no habían dado nada a los mozos, en una especie de mudo (y público) reproche y acusación ante todo el vecindario.

Cada año me gusta reivindicar en mis trabajos y publicaciones, que las administraciones y los políticos que las dirigen, se deben implicar y deben proporcionar medidas que permitan al mundo rural avanzar, medios para mejorar el bienestar de los vecinos, fijar población, reducir impuestos y facilitar los accesos con infraestructuras dignas. En elecciones se habló muchísimo de la España vaciada, ¿qué fue de aquello?, pronto se ha olvidado, los pueblos se mueren y hay que remediarlo. Recientemente se ha publicado a través del ADRI, la actualización de su base de datos de la población de Aranda y la Comarca, obtenida a través del INE, donde se aprecia claramente la caída de la población.

Soñemos para que el lunes 28 de febrero de 2022 vuelvan a sonar estas estrofas ancestrales con fuerza y los mandatarios se acuerden del mundo rural.


Este articulo fue publicado el 26 Febrero 26Europe/Madrid 2021 a las 9:27 am y esta archivado en Cultura. Puedes suscribirte a los comentarios en el RSS 2.0 feed. Puedes escribir un comentario, o hacer trackback desde tu propia web.

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