Por De mi puño y tecla | Marzo 13, 2015 - 10:10 am - Publicado en Opinión

José Tomás Cruz Varela. Causa vergüenza el leer y escribir sobre el manoseado tema de la “igualdad de género” y la “conciliación de la vida familiar y laboral”, cuando comprobamos que son derechos no respetados ni solucionados en nuestro país a pesar de la gran trascendencia de los mismos.

Por la igualdad entre hombres y mujeres

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A nada conduce el seguir debatiendo tan incomprensible injusticia en cientos de congresos, coloquios, foros, etc. que continúan celebrándose, cuyo único resultado es una lamentable pérdida de tiempo y dinero sino sirven para zanjar, de una vez por todas las execrables e injustificadas diferencias por razón de sexo. Es como una tomadura de pelo institucionalizada que cíclicamente se repite pero con nulos resultados.

Recurrir año tras años a los típicos tópicos como “el camino que queda por recorrer…”, “lo mucho que se ha progresado…”, es como una indignidad más con la que se mortifica al sexo femenino en el tan cacareado Día Internacional de la Mujer.

Que a estas alturas todavía se cite como noticia extraordinaria el acceso de una mujer a un puesto de cierta relevancia, es otro burdo insulto que se repite en el mundo de la política y las grandes empresas, por parte de ciertos energúmenos. Llamarle residuales a este tipo de conductas que todavía imperan en España es de una frivolidad insufrible, por no citar otros aspectos más inauditos todavía como constituye el balance de víctimas por violencia que no ha bajado de 50 asesinatos al año cometidos en el último trienio, y algunos de ellos con crueldad salvaje.

Circunscribiéndonos a los problemas existentes en eso que eufemísticamente llamamos la Europa civilizada, nada que ver con lo que ocurre en otras partes del mundo donde a las mujeres se les niega la consideración de personas o bien catalogándolas de naturaleza inferior, sigue imperando, por ejemplo, la marginación salarial o la negativa a incluirlas en cargos directivos, consejos de administración, etc. que de por sí ya rompe todos los principios de equidad.

Mientras sigan existiendo las alienantes cuotas persistirá la discriminación, algo impuesto por los hombres, pero sin que nadie se atreva a razonarlo ni justificar en base a que se procede de tal forma. Los ascensos deben producirse en base a criterios extrictamente profesionales y calificación de méritos. Copiemos e impongamos por ley de una maldita vez, los modelos de comportamiento existentes en los tres estados más avanzados, que son los que auténticamente representan el nivel de bienestar y desarrollo muy superior con relación a los restantes.

A partir de esta premisa continuemos legislando hasta la desaparición total del más mínimo resquicio diferencial entre hombres y mujeres. Todo lo demás será continuar alimentando comportamientos cínicos, torpes, incomprensibles y caducos.


Este articulo fue publicado el 13 Marzo 13Europe/Madrid 2015 a las 10:10 am y esta archivado en Opinión. Puedes suscribirte a los comentarios en el RSS 2.0 feed. Puedes escribir un comentario, o hacer trackback desde tu propia web.

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