Por Antonio Adeliño Vélez | Marzo 27, 2020 - 9:06 am - Publicado en Es Noticia

Antonio Adeliño Vélez. Seguramente habrán oído hablar del Sínodo especial para la región amazónica, convocado por el Papa Francisco y que se celebró en Roma del 6 al 27 de octubre del pasado año 2019.

Una reunión de obispos y consultores de los distintos países que engloba la Amazonía, y que fuera del ámbito eclesial ha tenido poca trascendencia, salvo por la noticia de que sobre la mesa estaba la posible ordenación de hombres casados para paliar la escasez de sacerdotes en tan vastos territorios.

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Parece ser que las cosas se han quedado como estaban, quizás por miedo a provocar un cisma en la Iglesia Católica que se suscitaría entre partidarios y detractores del celibato para ordenados. Una cuestión nada baladí, dados los escasos resultados que se han obtenido en otras confesiones cristianas donde se han permitido la ordenación de casados, de mujeres u homosexuales. Y es que el problema de falta de vocaciones para el servicio del pueblo de Dios, no se resuelve eliminando el celibato, ordenando mujeres o probando otras fórmulas poco convencionales.

El sacerdocio es algo más que un puesto de trabajo de funcionario público para el que seguramente sobrarían candidatos. Es una vocación donde se precisan suficientes conocimientos para enseñar y no errar, psicología y prudencia para tratar a los fieles, y sobre todo madera de santidad para rezar por el pueblo fiel y orientarle hacia Dios. Si olvidamos esta premisa, surgirán charlatanes que embaucarán con sus soflamas a la gente sencilla. Y a la vista está, el auge que tienen las sectas, sobre todo en el continente americano. Sectas que siempre buscan un interés económico para sí, ya sea sacando dinero de sus adeptos o embolsándose las cuantiosas subvenciones de países u organizaciones proselitistas.

En mi modesta opinión, el tema del celibato sacerdotal está suficientemente debatido dentro de la Iglesia Católica y seguramente se encontrará una fórmula para ordenar “viri probati”, hombres casados de vida cristiana madura y contrastada como se hacía en la época apostólica; pero otra cosa es lo que piensa la llamada opinión pública, generalmente anticlerical y nada objetiva en el caso que nos ocupa; por lo que recomiendo a los lectores, que no se suban sin más, al tren de los cambios culturales y sociales, porque habitualmente son efímeros y puede que nos lleven a donde no queremos ir. Y en este sentido sería bueno meditar una frase de G. K. Chesterton, un pensador que regresó del anglicanismo al catolicismo, donde afirmaba hace un siglo, que: “El catolicismo nos libera de la esclavitud de ser hijos de nuestro tiempo”.

La Iglesia no tiene que adaptarse a la sociedad, entre otras cosas porque hay muchas sociedades a las que adaptarse y sería un caos; sino transformar la sociedad para implantar, en la medida de lo posible, el Reino de Dios predicado por Jesucristo. Para ello debe de ser sal de la tierra e irradiar la luz del Evangelio a todas las naciones y, si esto no se consigue, debe evitar ser atraída por los faroles costumbristas del demonio, que siempre se manifiesta como ángel de luz atrayente y no como príncipe de las tinieblas.

Para finalizar recomiendo la lectura del capítulo tercero del Decreto Presbyterorun Ordinis del Concilio Vaticano II, y el Directorio para el ministerio y la vida de los presbíteros, publicado en 2013. De ahí concluiremos que debemos seguir rogando a Dios con insistencia para que provea a su Iglesia de Pastores que, según san Agustín, han de ser: “sabios que nos enseñen, prudentes que nos gobiernen y santos que recen por nosotros”.


Este articulo fue publicado el 27 Marzo 27Europe/Madrid 2020 a las 9:06 am y esta archivado en Es Noticia. Puedes suscribirte a los comentarios en el RSS 2.0 feed. Puedes escribir un comentario, o hacer trackback desde tu propia web.

2 Comentarios

  1. Marzo 27, 2020 @ 9:49 am


    Creo que ha sido acertado dejar las cosas como están. Es verdad que en otras Iglesia y Comunidades cristianas, ha sido un desastre quitar el celibato, pues en las primeras se ha creado una saga clerical, donde los hijos ocupan los puestos de los padres y a las hijas se las casa con sacerdotes y luego llegan los divorcios; y en las segunda se les han ido los fieles porque no les gusta que su pastor este casado con otro del mismo sexo. Y, por otra parte, regular los “viri probati”, conllevaría exigir la continencia sexual del ordenado como se hacía en la época apostólica, lo que se llamó el matrimonio de san José, y eso no hay quien lo controle. Hay más hieles que mieles en esas decisiones y es mejor que las cosas se queden como están, ya sea para bien o para mal.

    Escrito por Fermín
  2. Marzo 27, 2020 @ 12:02 pm


    El refranero español es sabio. Vale más malo conocido conocido que bueno por conocer. Y no me refiero a los curas , si no al sistema de ordenar sacerdotes en la Iglesia Católica. Mejor el que hay, y los experimentos con gaseosa.

    Escrito por Victor

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