Por Antonio Adeliño Vélez | Enero 2, 2020 - 9:05 am - Publicado en Cultura

La última cena de Leonardo da Vinci

La última cena de Leonardo da Vinci

Antonio Adeliño Vélez. El verano pasado, un amigo me recordaba en una conversación distendida, los sinsabores que en su día le produjo la lectura de la novela: “El Código da Vinci” de Dan Brown. Y en concreto me recalcaba las erróneas conclusiones sacadas por el novelista, al describir el cuadro de la última cena del genial Leonardo da Vinci, donde pretende ver a un san Pedro celoso y agresivo con la persona que ocupa el puesto de honor junto a Jesús, que a decir del autor del libro no es el joven san Juan, sino María Magdalena, su supuesta amante con la que además se afirma que tuvo descendencia.

El Cristo de Salvador Dalí

El Cristo de Salvador Dalí

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El lector avezado sabe que se encuentra ante una novela, donde se manejan e inventan documentos que se presentan como históricos, para mantener la tensión del lector en el desenlace da la trama. Y también sabe que para determinar la autenticidad y veracidad de los relatos de la Sagrada Escritura, los estudiosos (exégetas) recurren a las fuentes primeras, que entre otras muchas cosas, se ocupan de examinar los usos y costumbres de la época en que fueron escritos.

Un cuadro pintado 1495 años después del acontecimiento, no puede aportar nada sobre la cena que se describe en los cuatro Evangelios. El cuadro es una interpretación del pintor, inmerso en otra época y otra cultura, sobre lo que la Sagrada Escritura dice. Y no al revés, como afirma el autor del libro. Por ese procedimiento se puede afirmar que Jesucristo no tenía rostro, porque Salvador Dalí, lo oculta tras la cabellera, en su famoso cuadro: El Cristo. Absurdo ¿no?. Seguramente cualquier escritor sería capaz de novelar esta circunstancia por muy irreal que nos parezca. Porque otro cuadro, donde se plasma el pecado de Adán y Eva, es el origen de que la gente crea “a pies juntillas” que el fruto prohibido descrito en el relato de la creación, es una manzana; pero si nos acercamos a las fuentes limpias de la Sagrada Escritura no vemos manzanas por ningún sitio. (Gn. 1 y 2).

Qué en la última cena hubiera una mujer de comensal, además de no ser cierto porque los evangelios dicen que se hallaban los doce apóstoles, es incongruente. Pensar que en una reunión de hombres para cenar en aquella época, hubiera una mujer, es insostenible. Sobre todo si se conoce el papel de las mujeres en la sociedad del momento, donde no pintaban gran cosa. Su testimonio no tenía valor en los juicios. Eran desposadas por los padres y podían ser repudiadas por los maridos por cualquier insignificancia. De ahí que chocara tanto a los contemporáneos de Jesucristo, la defensa que éste hace de la indisolubilidad del matrimonio (Mt. 19, 10), o que se pusiera de parte de una mujer sorprendida en adulterio y que según la ley, debía ser ajusticiada a pedradas (Jn. 8, 3).

También hoy, en el judaísmo y en el islam, las mujeres rezan escondidas tras celosías, separadas de los hombres y no tienen obligación de acudir a las sinagogas o a las mezquitas para orar. Y a pesar de la declaración de los derechos del hombre de hace más de doscientos años, y la declaración universal de los derechos humanos de hace casi cien; los judíos ortodoxos (los de las coletas), en la primera oración de la mañana, bendicen a Yahvéh por no ser pagano, no ser bestia y no ser mujer. Toda una declaración de intenciones que nos ayuda a comprender el papel de la mujer en esas religiones, entonces y lamentablemente también ahora.

Adán y Eva de Tiziano

Adán y Eva de Tiziano

Es cierto que la visión sobre la mujer que tiene Jesús y que se recoge en los Evangelios, es muy distinta a la de la sociedad judía de la época; hasta tal punto, que los primeros testigos de su resurrección, fueron mujeres, con lo que en mala consideración no las tenía; y también que desde los orígenes de las comunidades cristianas, hombres y mujeres rezan juntos. Pero las estructuras sociales cambiarían con los siglos, y no siendo gobernador de Jerusalén, en la tercera década de nuestra era, Poncio Pilatos.

En cuanto a la supuesta descendencia de Jesús con María Magdalena, solo se me ocurre decir que es una patraña mayúscula. Jesucristo fue célibe. No hay un solo párrafo en la Escritura que sugiera lo contrario. Y por más que insistan algunos en que lo normal en aquel tiempo era casarse, debemos saber que ya en aquella época había comunidades de ascetas que vivían célibes en las proximidades del desierto: Los esenios. San Juan Bautista era un predicador célibe que se cree que procedía de aquellas comunidades, y también se piensa que Jesús convivió con ellos algún tiempo. Los documentos hallados en Qumran, zona donde se ubicaba un monasterio de esta secta judía, arrojan mucha luz al respecto. Además el mismo Jesucristo afirma, que Él es uno de los que se hacen eunuco por el amor al reino de los cielos (Mt. 19, 10), e indica un camino que siguen los más próximos, como san Juan Evangelista o san Pablo, que en su carta a los Corintios declara el pensamiento del Señor al respecto (1ª Cor. 7, 25-51).

Pero aunque estos razonamientos no fueran suficientes frente a los difamadores, nos queda el recurso de la fe, que no es otra cosa que fiarse de aquello que dicen los Evangelios sobre Jesucristo. Pues de lo contrario debemos aplicarnos la reprensión de san Pablo a los Corintios (1ª Cor. 1, 22-25), cuando afirma que los judíos le pedían signos (milagros), los griegos filosofía (razonamientos), y él predica a Jesucristo crucificado, escándalo para los primeros y locura para los segundos, pero poder y sabiduría para el que cree. Porque sin la fe, el poder de los milagros se ve como magia, y la sabiduría del razonamiento se quedan en mera filosofía.

Como colofón a esta última reflexión conviene recordar la parábola del rico epulón, cuando éste desde el infierno dice a Abraham: deja que Lázaro vaya a advertir a mis hermanos de estos tormentos. Y responde Abraham: ya tienen a Moisés y los profetas, que les hagan caso (que se fíen). No, no, padre Abraham, dice el rico glotón, que si les visita un muerto, si que harán caso. Y concluye Jesucristo su enseñanza: “Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso aunque resucite un muerto” (Lc. 16, 27-31).

En fin, que en la sociedad española, cofrade y devota de María pero anticlerical hasta rayar la herejía, se acepta como irrefutables este tipo de calumnias contra Jesucristo y su Iglesia. Y no es de extrañar, cuando en vez de acudir a las fuentes claras de la Sagrada Escritura, la Tradición y el Magisterio, se tira de bruces a beber con avidez en las aguas emponzoñadas de novelas, panfletos, vídeos, o emisiones de radio y televisión, sin discernir su contenido o sin advertir las verdaderas intenciones de los autores.


Este articulo fue publicado el 2 Enero 02Europe/Madrid 2020 a las 9:05 am y esta archivado en Cultura. Puedes suscribirte a los comentarios en el RSS 2.0 feed. Puedes escribir un comentario, o hacer trackback desde tu propia web.

4 Comentarios

  1. Enero 2, 2020 @ 10:04 am


    Interesante artículo. Me gusta esta revista, cultural y gastronómica, por la variedad de sus temas. Feliz año nuevo a todos: Editores, colaboradores, lectores, anunciantes…

    Escrito por Fermín
  2. Enero 2, 2020 @ 10:48 am


    El libro de Brown lleva más de 30 millones de ejemplares vendidos en todo el mundo y fue traducido a 44 idiomas!!

    Esta novela, encontró una mezcla muuuuy seductora: la religión entrelazada con el arte. Combina una investigación histórica con acusaciones directas a la Iglesia Católica. De nuevo, las reacciones del Vaticano, que llamó al boicot, ponen de manifiesto debates y controversias sobre las fronteras entre la ficción y el rigor histórico.

    La polémica no tardó en desatarse, y desde la aparición de la novela, se publicaron una centena de libros, artículos y ensayos que reafirman la historia original y desmienten la versión ficcionada de Brown.

    Escrito por Teresa
  3. Enero 2, 2020 @ 11:08 am


    Francamente, no vale un pimiento, ¿La película? Un coñazo, bien interpretado, eso sí, por la pareja Forrest Gump – Amelie. Si “El Código Da Vinci” no fuera un éxito de masas, no valdría perder ni cinco minutos en comentarla. ¿Tuvo descendencia Cristo? Yo que sé y a mí que me importa. Por este orden. La mediocridad es la ley de nuestro tiempo.

    Escrito por Ernesto
  4. Enero 2, 2020 @ 11:42 am


    Artículo demoledor, valiente y riguroso. Es un lujazo poder leeros. A mi “hemeroteca particular” va de cabeza !!!!

    Escrito por Javi

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