Por Antonio Adeliño Vélez | Enero 5, 2019 - 1:05 am - Publicado en Cultura

Los tres Reyes Magos en Santa Catalina

Belén viviente en la Asociación de Vecinos de Santa Catalina.

Antonio Adeliño Vélez. El aprecio que me tienen los Reyes Magos por relevarles en algunos de los eventos a los que sus muchas obligaciones les impide acudir, me ha permitido conocer el saludo que tienen previsto emitir el día 6 de enero en la parroquia de Santa Catalina, y os lo ofrezco como primicia para que meditéis en el espíritu de búsqueda que caracterizó a los tres magos de oriente, y que comienza así.

Los tres Reyes Magos en Santa Catalina

Los tres Reyes Magos en Santa Catalina

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Queridos niños, queridos jóvenes, queridos mayores:

Hoy es el día de los santos Reyes Magos. Nuestro día. Pero también es el día de regalar cositas a los niños y a los mayores, en recuerdo de los presentes que nosotros, los santos Reyes Magos, hicimos al niño Jesús en la primera Navidad de la historia. Pero sobre todo es una fiesta solemne, porque Jesús, nacido en Belén, se presenta como Dios y Rey a todo el mundo, simbolizado en nuestras reales personas, pues representamos a todas las razas y culturas de la tierra. Es la fiesta de la epifanía, una palabra griega que significa manifestarse o darse a conocer.

Pero ¿qué hacemos nosotros tres aquí hoy? Os preguntaréis. Porque ya hemos repartido los regalos y algún saquito de carbón para que en este año que comienza seáis mejores, y a estas horas deberíamos estar descansando. ¿No es así? Pues sabed que nos falta lo más importante. Nuestra misión es adorar al Niño Dios y por eso estamos aquí. Hemos venido a adorarle.

Hoy Jesús está presente en el sagrario y se hará presente en el altar, cuando el pan y vino de las ofrendas se transustancien en su carne y su sangre. Cuando se transformen en el cuerpo resucitado de Jesús. Suena fuerte ¿verdad? Sólo hace falta un poco de fe para sentirlo. Pero os voy a decir una cosa: Vosotros lo tenéis más fácil hoy aquí, que nosotros en Belén. Hoy podéis estudiar, o consultar en Internet los muchos milagros eucarísticos aprobados por la iglesia, que confirman ese misterioso cambio de sustancia sin variar las apariencias, cuando el sacerdote pronuncia las palabras de Jesús en la última cena: “Esto es mi cuerpo. Esta es mi sangre”.

Nosotros cuando llegamos a Belén en la primera Navidad, nos encontramos a un niñito muy guapote, dormido en el pesebre de una cuadra, entre un buey y una mula, con olor a basura en el ambiente, y unos padres jovencitos y muy majos, pero más pobres que las ratas. Veníamos buscando a un rey, el príncipe de la paz, destinado a gobernar al mundo con justicia y verdad. Eso decían los antiguos libros sagrados, y además en el firmamento apareció una estrella que lo anunciaba, pero en apariencia no se veía realeza por ninguna parte. Más bien todo lo contrario.

Belén en la Plaza Mayor de Aranda de Duero

Belén en la Plaza Mayor de Aranda de Duero

Salimos de sitios distintos, de tierras lejanas, y buscando la posición de la nueva estrella que brillaba en la noche, llegamos al país de los judíos y nos dirigimos a su capital Jerusalén, donde estaba la corte real. Preguntamos por el rey recién nacido, pero allí no había nacido ningún príncipe o infante y nos mandaron a Belén, porque allí debería nacer el rey de los judíos. La cosa no pintaba nada bien y creíamos que nos tomaban el pelo, porque los reyes no viven en las aldeas. Pero vimos la estrella brillar sobre aquel pueblecito y allí fuimos. ¿Y sabéis qué? Pues contra toda lógica hincamos la rodilla en la basura humeante de la cuadra, humillamos la cabeza y adoramos a aquel niño que era un solete, pero que de rey no tenía nada que le identificara. Su carita y sus ojitos transmitían amor y paz, y el olor a basura que irritaba nuestras reales narices, nos perfumó el alma con más fuerza que el incienso y la mirra; y creímos lo que decían los libros sagrados y los tratados de astrología. Aquel niño era un rey divino.

Sí amigos, le adoramos entonces y hoy también lo vamos a hacer. Cuando don Juan Carlos inicie el rito de la Consagración nos arrodillaremos en el suelo de esta iglesia tan relimpia y perfumada, y adoraremos a Jesús como Señor y Dios nuestro. Porque hemos venido a adorarle con vosotros y a celebrar el sacramento de nuestra fe.

Que nadie se quede en pie (Si alguien no puede arrodillarse que se siente para no estorbar la visión a los demás, que junte las manos y diga: Señor mío y Dios mío). Que hoy nadie se quede de pie. Doblemos todas las rodillas e inclinemos la cabeza para adorarle y reconocerle como Señor y Dios nuestro; porque hoy también un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado y se llama: Dios poderoso y Príncipe de la paz, como dice el libro del profeta. (Isaías 9, 6).

Disfrutad de los regalos, gozar de las sonrisas y de la ilusión de los niños, y regocijaos con nosotros por tener fe, y por creer en este bendito misterio.


Este articulo fue publicado el 5 Enero 05Europe/Madrid 2019 a las 1:05 am y esta archivado en Cultura. Puedes suscribirte a los comentarios en el RSS 2.0 feed. Puedes escribir un comentario, o hacer trackback desde tu propia web.

2 Comentarios

  1. Enero 5, 2019 @ 1:34 am


    Acólito Preconciliar

    Escrito por Pedro Félix
  2. Enero 5, 2019 @ 12:13 pm


    Este dibujante da puñetazos con vaselina. Yo doy la razón al acólito, hay que arrodillarse en la consagración, y si no, hay que aplicar el undécimo mandamiento: “No estorbar”. Que hay mucho soberbio suelto y tienen que aprender la lección de los Santos Reyes Magos.

    Escrito por Fermín

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