Antonio Adeliño Vélez. El 13 de mayo de 1844, la reina Isabel II, firmaba el definitivo decreto fundacional de la Guardia Civil Española. Esto significa que hubo varios proyectos hasta dar con la organización definitiva de una corporación que tuviera como objetivo “conservar el orden público, la protección de las personas y las propiedades, y el auxilio que reclame la ejecución de las leyes” en todo el reino.
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La necesidad del nuevo Estado liberal español de contar con una fuerza de seguridad pública que abarcara todo el territorio nacional, pues hasta entonces se contaba con cuerpos provinciales y locales, que acabara con la inseguridad provocada por la delincuencia rural, en especial por el bandolerismo, determinan la creación de un cuerpo de seguridad de naturaleza militar. En un principio se pensó en un cuerpo armado de naturaleza civil, pero la dispersión de sus efectivos por toda la nación, aconsejaban una estructura militar, con mando centralizado, para garantizar la eficacia de los servicios encomendados.
Para organizar y dirigir la nueva Institución se eligió al Mariscal de Campo, Francisco Javier Girón y Ezpeleta, II Duque de Ahumada. Su cargo de inspector del ejército, le suponían cualidades de organizador que el General Narváez, jefe de gobierno de la reina Isabel, no podía desaprovechar. La empresa constituía un reto importante, dado que desde principios del siglo se venían registrando iniciativas para este fin, sin que se hubiera dado con el modelo que requería la nueva configuración de un Estado moderno centralizado.
180 años después de aquel propósito fundacional, la Guardia Civil como integrante de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, tiene como misión constitucional “la de proteger el libre ejercicio de los derechos y libertades y garantizar la seguridad ciudadana” (art. 104). Y por su naturaleza militar la de “garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional” (art. 8).
La Guardia Civil ha sido siempre un cuerpo disciplinado, abnegado, leal con la legalidad y benemérito. En estos pilares se asienta la eficacia de la Institución que han permanecido prácticamente inalterables desde su fundación. La disciplina intrínseca a su naturaleza militar y la austeridad de sus individuos, han ayudado a conseguir la eficacia deseada en los servicios, a pesar de la escasez de medios. La abnegación y capacidad de sacrificio, demostrada en largos asedios y combates sin tregua en el pasado, y la fatiga que en la actualidad impone la irregularidad de los horarios y la disponibilidad permanente, son muestras de un talante corporativo especial. La lealtad al poder legalmente constituido es seña de la Institución, pues ningún pronunciamiento protagonizado por guardias civiles, lo fueron invocando el nombre de la Guardia Civil. El espíritu benemérito es un distintivo de identidad singular, pues desde sus inicios, los servicios estuvieron impregnados de un marcado componente humanitario, y así se reconoció el 4 de agosto de 1929, cuando se concedió al Instituto armado la Gran Cruz de la Beneficencia.
Confiemos que esos valores se mantengan y afiancen muchos años más para bien de los ciudadanos españoles. Felicitémonos por haber cumplido 180 años ininterrumpidos, sorteando detractores en una historia tan cainita como la nuestra. Y si resistimos con honor en los años de sangre y plomo, combatiendo el terrorismo marxista, no nos va a desmoralizar una ley de amnistía inicua, contraria al sentido común. Pero si así fuera, siempre contaremos con la Guardia Civil como garante del orden constitucional y el Estado de derecho. Algo muy de agradecer en los tiempos que corren.
Este articulo fue publicado el 10 Mayo 10Europe/Madrid 2024 a las 8:52 am y esta archivado en Es Noticia. Puedes suscribirte a los comentarios en el RSS 2.0 feed. Puedes escribir un comentario, o hacer trackback desde tu propia web.
