Jose Mateos Mariscal. En el distrito de Wuppertal, Renania del Norte-Westfalia, se produjo el primer brote del coronavirus en el paÃs. Ahora, la misma región es golpeada por las inundaciones.
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El distrito de Wuppertal en Alemania, fue la primera región golpeada por el coronavirus. Ahora, un poblado de la zona, ha corrido con doble mala suerte y Mario Perez la ha sufrido en carne propia. Este inmigrante español, administró con éxito el restaurante “Madrid” en Solingen, a 20 kilómetros de distancia. En marzo de 2020, justo en los dÃas en que estalló la pandemia, se hizo cargo del restaurante “la Bodega” en Beyenburg. Su ubicación y equipamiento no podÃan ser mejores, creyó. ¡Espacio para 80 comensales!… aparentemente, un verdadero golpe de suerte.
Tras la declaración de la pandemia, Perez pudo mantener su restaurante a flote a duras penas. Ahora parecÃa regresar la suerte. La felicidad fue grande, hasta que el viernes se desbordó el rÃo que pasa por la población. “El 16 de julio tuvimos abierto todo el dÃa, al tiempo que buscábamos detener el agua en todo el pueblo con sacos de arena, sin éxito”, lamenta Mario Perez.
En la noche, los 700 habitantes de Beyenburg tuvieron que ser evacuados por la rotura de una represa en el rÃo. Perez también tuvo que abandonar su querido restaurante. A la mañana siguiente recibió una llamada informándole de que el agua habÃa subido 40 centÃmetros en todas las salas de su restaurante. Desde entonces, él, los bomberos y un sinfÃn de ayudantes han bombeado el lodazal casi hasta la extenuación. “En general, hemos tenido mucha suerte aquÔ, reconoce Mario, “en otras partes de Alemania ha muerto gente y las casas han quedado completamente destruidas. Eso me duele en el alma”.
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Una titánica labor, no solo para los bomberos. El hecho de que Beyenburg haya salido relativamente bien parado se le agradece también a los incansables esfuerzos del jefe de bomberos Holger y su ejército de voluntarios. “Hemos llenado y colocado más de 30.000 sacos de arena aquÃ. Hubo un gran número de personas que colaboraron estos dÃas”.
Holger se sienta exhausto en el cuartel general de los bomberos, pues apenas ha pegado ojo en los últimos dÃas. El agua baja lentamente, asà que, él, también se siente más relajado. ConfÃa en que pronto todos puedan volver a sus casas. “Cuando saquemos el agua de las calles en los próximos dÃas, revisaremos casa por casa para ver cuánta agua queda. El problema son los calentadores de petróleo, de cuyos tanques se ha derramado el combustible”, dice Holger. Para retirar los residuos de petróleo es necesario contratar a empresas especializadas en bombeo de sustancias contaminantes.
Su alcalde dirigió las labores y decidió evacuar a Beyenburg por precaución.
Esta ha sido la primera prueba dura para el alcalde, que fue elegido hace poco menos de un año y que inmediatamente interrumpió sus vacaciones por la amenaza que se cernÃa sobre su distrito. “Hemos protegido - por todos los medios - la estación transformadora, de la que depende todo el suministro eléctrico de Beyenburg. Si hubiéramos tenido que cerrarla a causa de la inundación, unos 10 mil habitantes nos hubiéramos quedado a oscuras”.
El Alcalde adaptó rápidamente una escuela primaria en refugio de emergencia: allà fueron acogidas 29 personas que no tenÃan ni amigos ni familia en la zona. “Te conviertes en un gestor de crisis de un minuto a otro”, dice.
Solidaridad
Estos dÃas, Beyenburg es también un buen ejemplo de solidaridad que no conoce distancias. Decenas de personas vinieron con equipo pesado. Cientos de personas trajeron sacos de arena, y los agricultores de Remscheid, a 20 kilómetros de distancia, pusieron sus tractores a disposición en un abrir y cerrar de ojos.
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Al mismo tiempo, esta comunidad de 700 habitantes es el compendio de la protección inadecuada contra las inundaciones. Hace solo un año, expertos de la junta de aguas habÃan anunciado que Beyenburg podrÃa ser vÃctima de inundaciones por la falta de limpieza en la canalización. El Alcalde adelantará ahora la construcción de un nuevo dique, que en agosto de 2020 habÃa sido rechazado por “expertos”.
Para el alcalde, sin embargo, la tarea más difÃcil, además de la reconstrucción, podrÃa ser la normalización de las relaciones Germano-Holandesas. Desde Beyenburg hasta la frontera hay muchos kilómetros; el Rur desemboca en el Maas cerca de Roermond -en los PaÃses Bajos- que también se ve afectado por las inundaciones.
Las autoridades holandesas habÃan cerrado una esclusa en el Rur a causa de la crecida y de repente hubo acusaciones de Alemania de que esto, habÃa provocado la rotura de la represa que inundó la región. Sin embargo, según cálculos de la Asociación de Diques de Limburgo, no habrÃa ninguna relación y el Alcalde, por su parte, intenta visiblemente calmar las aguas: “Los holandeses protegen sus ciudades lo mejor que pueden, y yo habrÃa hecho lo mismo en esa situación. Mantenemos una vecindad muy amistosa aquà en la zona fronteriza, no es el momento de recriminaciones”.
Este articulo fue publicado el 26 Julio 26Europe/Madrid 2021 a las 7:12 am y esta archivado en Es Noticia. Puedes suscribirte a los comentarios en el RSS 2.0 feed. Puedes escribir un comentario, o hacer trackback desde tu propia web.