Por Antonio Adeliño Vélez | Noviembre 11, 2015 - 9:00 am - Publicado en Cultura

Antonio Adeliño Vélez. Hasta llegar a su configuración actual, el Santuario de San Pedro Regalado ha sufrido importantes transformaciones. Originalmente es una ermita a la que se traslada Fray Pedro de Villacreces y funda en 1404 un pequeño eremitario que llamó “Domus Dei” (Casa de Dios).

Aquí se inicia la reforma de la Orden franciscana en España, y se vuelve a la sencillez de vida de san Francisco. Y en este pequeño convento fue admitido Pedro Regalado, un entusiasta promotor de la reforma que la pone en práctica dedicándose a la oración y compartiendo las necesidades y esperanza de las gentes sencillas de La Ribera del Duero.

Iglesia Santuario de San Pedro Regalado de La Aguilera

Iglesia Santuario de San Pedro Regalado de La Aguilera

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Tres espacios bien definidos, componen el conjunto arquitectónico del Santuario. La capilla de la gloria, construida a la izquierda de la portada, sobre el solar de la ermita primitiva. La iglesia de planta basilical, levantada entre la capilla de la gloria y el claustro del convento. Y la capilla octogonal, concebida para albergar la urna relicario del santo, pero que amplía la iglesia y constituye su actual cabecera.

Al quedar pequeña la ermita para celebrar el culto divino, san Pedro Regalado edifica en 1438 una iglesia más amplia de una sola nave, que dedica al Misterio de la Anunciación. En 1492 a los 36 años de la muerte del santo, se engrandece el templo por mandato de la reina Isabel Iª (la católica) que dispone la construcción de un sepulcro de alabastro para contener los restos del santo que hasta entonces reposaban el cementerio del convento.

Entorno a 1560 se derriba la primitiva ermita y se levanta la capilla de la gloria. Esta capilla alberga un retablo relicario con restos de mártires de los primeros tiempos del cristianismo, hallados en una de las catacumbas romanas descubiertas en aquella época. El centro lo ocupa la estatua yacente de alabastro que tapaba el sepulcro erigido por mandato de Isabel Iª. A la izquierda se halla la primera lápida que cubrió la tumba del santo.

En 1692 se construye la capilla del nuevo sepulcro, que pasa a ser la cabecera de la iglesia. Es de planta octogonal y bóveda ovalada, está rodeada de unos contrafuertes y arcos arbotantes que confieren singularidad al edificio. El techo se cubre con una esbelta bóveda, coronada por un amplio lucernario sobre el que se coloca un altivo pináculo como señuelo identificador del santuario. En el paño oriental de esta capilla se construye el camarín para albergar el sepulcro del santo. La urna actual es una reconstrucción hecha en 1910 aprovechando parte del material del primer sepulcro, deteriorado por traslados, incendios y saqueos. Distintos lienzos, sargas (tapices), frescos y medio relieves, adornan el recinto y relatan la vida del santo y los hechos milagrosos que se le atribuyen.

El santuario sufrió un incendio en 1699 y fue reconstruido en 1706.

La Aguilera sigue siendo hoy centro de peregrinación, aunque con el matiz peculiar que le imprime la nueva congregación que habita el convento. Las monjas de Iesu Communio, abren sus puertas para acoger al peregrino cansado y agobiado que busca saciar la sed de Dios. Su vida sencilla y transparente, evangeliza desde el claustro y convierte al monasterio en faro de espiritualidad como fue en el siglo XV, bajo la dirección de Fray Pedro de Villacreces y San Pedro Regalado.


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