Por Gloria Soto | Mayo 17, 2021 - 8:01 am - Publicado en Es Noticia

Gloria Soto. Una tarda de invierno en 1983 paseando por las Ramblas. Llevaba una chaqueta de pana marrón y una visera algo ladeada. No era el Marlon Bando de “El Último Tango en París”, pero podía serlo. Yo con mi corte de pelo a lo María Schneider, tampoco era ella, pero me dijeron que me parecía. “Pigmalión”, desde ese año nunca dejó de felicitarme el cumpleaños y las Navidades.

Entretanto, pasaron muchas cosas. Algunas inexorables. “Contra el destino nadie da talla”, decía Gardel.

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Eduardo Mazo

Eduardo Ynoub, conocido como Eduardo Mazo, “El Poeta de las Ramblas” falleció el pasado 5 de mayo en su ciudad natal, Buenos Aires. Hacía años que se había marchado de “Barcelona la Maravillosa“, anunciando un crepúsculo que no solo acechaba su persona, sino nuestra querida ciudad. Juntos en un compás de decadencia, y antagónicos en el proceso que hacía al poeta más sabio y sereno y a la urbe mas totalitaria y provinciana. Aquel había estado tocado por el universalismo y esta por el nacionalismo. Un sentimiento de pérdida y tristeza acompañó los devenires.

Nuestro primer encuentro llevó a un café, y después a otro, y así sucesivamente. En el segundo, Eduardo me dijo que era un poeta y que editaba y vendía sus libros en las Ramblas. Me cuadró. Me quedaba claro que era un bohemio argentino con mucho talento. Hacía unos meses que había vuelto, después de unos años en Sevilla. El me contó que antes había vivido en Canarias.

Estaba muy contenta de recorrer de nuevo los lugares del centro, en los que tanto había vivido. Nos encontrábamos a menudo, quedando o, sin quedar. Yo no salía de la zona y el vivía y trabajaba en ella. Cuando le visité en su parada, me llamaron mucho la atención sus frases y libros. Los leí todos y en casa están. Entonces, conocí otra dimensión de la persona. Su faceta creadora era muy buena y me gustaba mucho, pero a menudo el personaje esta alejado del ser, y aunque ambos convivan de la mejor manera, intentaba diferenciar. Siempre traté con Eduardo, pero nunca perdí de vista al artista. A su alrededor se reunía mucha gente. En su rincón, además de hablar de literatura, se jugaba al ajedrez, se debatían temas diversos, y siempre había amistades de tiempo atrás, recién adquiridas y futuras por conocer. Era lógico, su carisma, atraía a muchas personas, especialmente féminas.

Durante los casi tres lustros que estuvo en las Ramblas, fomentó la cultura de calle que nace de forma espontánea; convocó dos Certámenes de Poesía que reunieron a intelectuales, bohemios y artistas, alrededor de su persona. Recuerdo las tertulias en el Ateneo de Barcelona, los bailes de tango, y recitales de poesía. Todo ello, en medio de una atmosfera libre y creativa que había caracterizado la ciudad desde mediados de los años 70. Entre su producción, “Che Salvador” dedicado al pueblo de Chile. Esta obra recibió un homenaje a los 25 años de su edición y el agradecimiento de Isabel Allende, la hija de Salvador Allende, que no solo valoró la obra de Mazo sino la humana descripción de su padre en el libro: “Un hombre salvador, con su traje de calle y sus ojos de abuelo“. “Militancia de la sangre“, “Esa Tregua, el amor“, “Es Cosa de Locos“, “Piel adentro“, “Autorizado a vivir” entre otros, son un envite a la reflexión mediante el cuestionamiento de casi todo, en forma de verso libre En su faceta de periodista, entrevistó entre otros, a María Kodama, la mujer de Jorge Luis Borges, su admirado escritor; a José Saramago, Santiago Carillo, Charles Aznavour, Raúl Alfonsín, Julio Strassera, el fiscal del caso contra las Juntas militares que gobernaron en Argentina entre 1973 y 1983; Horacio Ferrer, compositor poeta y especialista en tango, y otros más. Le gustaba el tango. También a mí.

En 1990, Eduardo celebró su 50 cumpleaños. La zona del liceo se llenó de público para felicitar al poeta y compartir junto al mismo, aquel momento lleno de magia. En aquellos años, todavía llegaba gente ilusionada. “Barcelona la Maravillosa” tuvo un repunte con las Olimpiadas de 1992, al grito de “Ella tiene poder” de Peret y “Barcelona” de Montserrat Caballé y Freddie Mercury. Todos nos beneficiamos del éxito, sobre todo los nacionalistas que barrieron para su campo, ninguneando en el futuro próximo, a quienes no cantaban sus himnos.

Los años fueron pasando. Las visitas a las Ramblas se fueron distanciando al mismo ritmo que, el aire cambiaba de color paulatinamente. La creación espontánea de la calle estaba siendo absorbida por una administración que quería regularlo todo y envolvía en su celofán a quienes presumían de irreverentes. Eduardo seguía en su espacio. Nunca dejamos los cafés. Siempre resultaban un encuentro provechoso.

En el 2000, volvieron mis paseos diarios. La Facultad de Periodismo estaba al final de las Ramblas. El encuentro con Pigmalión era casi inevitable. Su vida seguía llena de proyectos. Muchos apuntaban al Sur. Hacía años que pasaba seis meses en Argentina y seis en Barcelona. Le llamaban sus orígenes cada vez mas, sus hijos, sus nietos, el corralón de Fitz Roig en su añorado barrio de Palermo, y una conciencia de que la vida en la calle tocaba a su fin. La bohemia tiene un precio muy caro.

Su partida, en el año 2005, fue un elemento más de esa homogeneización impuesta a la Cultura, donde la discrepancia y la libertad, cedieron paso al servilismo, al toque de subvención. A partir de ahí, la escalera siempre fue de bajada.

A la Rambla con amor” es una de sus poesías que mas me gusta: “Enjaulada de pájaros y volada de niños y coqueta de selva y desnuda de rosas”. Eduardo, dejó para siempre su impronta en mi pedigrí. Descanse en paz.


Este articulo fue publicado el 17 Mayo 17Europe/Madrid 2021 a las 8:01 am y esta archivado en Es Noticia. Puedes suscribirte a los comentarios en el RSS 2.0 feed. Puedes escribir un comentario, o hacer trackback desde tu propia web.

3 Comentarios

  1. Mayo 17, 2021 @ 8:49 am


    Excelente análisis de la situación cultural (y política) de Barcelona, provocada por el nacionalismo provinciano o mejor dicho, paleto. De una Barcelona universal, se pasó en los 90 a provinciana y ahara en la segunda década de este siglo a paleta. ¡¡Qué con su pan se lo coman!!

    Escrito por Fermín
  2. Mayo 17, 2021 @ 6:11 pm


    Precioso recordatorio de Eduardo Mazo y de la Barcelona cosmopolita que le acogió y él amó.
    No conocí a Eduardo, pero como tantos otros, visitaba Las Ramblas. Un 11 de septiembre de 1973, a la altura de Canaletas, me sobresaltó la noticia del levantamiento de Pinochet, el bombardeo de la Casa de la Moneda y la muerte de Salvador Allende. Las Ramblas fue siempre un punto de encuentro de los marginados de Barcelona. Fue allí en el llano de la Boqueria, por las fiestas del Corpus Cristi, lugar del lumpe urbano, cuando un grupo de segadores que, como cada año, se había instalado a la espera de que los contrataran para la siega. Y en ese estado de espera, salta la chispa y se produce el levantamiento de los segadores contra el mal gobierno. Se incendian las principales casas de los nobles y las iglesias que daban acogida a estos en su huída. El lumpe de aquel momento seguía al grupo de segadores para saquear las viviendas tras los incendios y huída de sus propietarios.
    Las Ramblas siempre tuvieron el encanto de la subversión social y política. Tu memoria de Eduardo Mazo me ha retrotraido al pasado y recordar, no sólo la revuelta de los segadores, sino en nuestro tiempo a Ocaña, otra figura imprescindible para configurar la imagen de Las Ramblas. También está en mi memoria la Barcelona de Federico Jiménez Losantos.
    Las Ramblas fue el espacio de reencuentro entre lo humano y lo mundano.
    Gloria, me gusta tu relato sobre Eduardo y la Barcelona que os rodeaba. También a mí me ha venido la nostalgia del pasado. Pero nada es lo que fue, amén de los cambios culturales.

    Escrito por Diego Vargas
  3. Noviembre 2, 2022 @ 1:36 pm


    Yo lo conocí, comprava sus libros y los leía en los cafés de la Rambla. Recuerdo uno de sus escritos que dice; “No confíes en mí, si no confías en ti”. La Rambla lo debe extrañar.

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    Escrito por Luis

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