Antonio Adeliño Vélez. Una vez más, coincidiendo con la celebración el día 12 de octubre, festividad de la Virgen del Pilar patrona de la Guardia Civil, se me brinda la oportunidad de compartir con los lectores unas reflexiones sobre este instituto armado, al que he pertenecido durante 42 años y por el que tengo un singular respeto y aprecio.

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La Guardia Civil nace el 13 de mayo de 1844 como un cuerpo policial con organización militar, y se crea como un organismo esencial en la construcción del Estado y en la organización del orden social. En ese momento de la historia de España, se estaba consolidando el Estado centralista moderno y se precisaba de un instrumento al servicio del gobierno para realizar funciones de policía general, administrativa, judicial y de socorro. Intenciones que se desgranan en el articulado del Reglamento para el Servicio de la Guardia Civil, redactado por su fundador don Francisco Javier Girón y Ezpeleta, duque de Ahumada.

Un ambicioso objetivo que pretendía garantizar el orden y la defensa de la propiedad, auxiliar a la hacienda pública evitando el contrabando, ayudar a la justicia persiguiendo el delito y velando por el cumplimiento de las leyes, y socorrer a los ciudadanos en incendios, inundaciones, accidentes y catástrofes. Funciones encomendadas hasta entonces a las autoridades municipales y provinciales que la realizaban con escasa eficacia, mucha arbitrariedad y manifiesta actitud caciquil.

Aquel sistema centralista resultó más eficiente que él anterior, aunque no se ha librado de la crítica de historiadores modernos que lo entienden como un giro conservador, frente a la revolución liberal de la década precedente, e interpretan la creación de la Guardia Civil como una institución represora en manos de un Estado centralizado.

Pero eso no fue así. Primero: Por la escasa dimensión de la fuerza, pues se creó con 5.500 hombres, cuando se precisaban unos 20.000 para cubrir todo el territorio nacional, cifra que se alcanzaría sesenta años después. Segundo: Porque sus funciones fueron menos de índole político y de asegurar el orden público, y más de persecución de delincuentes, bandoleros y contrabandistas, de vigilancia de carreteras e infraestructuras, de conducción de presos, y de intervenciones humanitarias. Tercero: Porque desde el primer momentoadquirió un reconocido prestigio, eficacia y legitimidad; a pesar de contar con algunos hechos lamentables protagonizado por ciertos miembros del Cuerpo que no lograron erosionar el honor dela Institución. Cuarto: Porque siempre ha actuado con un alto grado de autonomía respecto del poder social (terratenientes, notables locales e industriales) y ha guardado la neutralidad política respecto de los sucesivos gobiernos y regímenes,limitándose a acatar el poder constituido y cumplir sus órdenes.

Siendo esto así, todavía es atacada con saña por un sector, cada día más amplio, de la izquierda española, qué en su mal llamada revolución cultural, pues es ideológica, se ceba con la Guardia Civil (también con la Corona y la Iglesia) atribuyéndola una función represora que desentona con el “status” alcanzado y con la estimación de los españoles. Prestigio y popularidad logrado por su eficacia en la lucha contra la delincuencia, por la amplitud y naturaleza de sus servicios humanitarios, y por el elevadísimo precio en vidas de agentes, pagado por el instituto armado en el ejercicio de sus funciones y en defensa de los derechos y libertades de todos los españoles.

Gloria y honor a los fallecidos en acto de servicio y viva la Guardia Civil, que sigue siendo mucho más que garante del orden público. Que también lo es.

Este articulo fue publicado el 11 Octubre 11Europe/Madrid 2023 a las 7:50 am y esta archivado en Opinión. Puedes suscribirte a los comentarios en el RSS 2.0 feed. Puedes escribir un comentario, o hacer trackback desde tu propia web.