Por Redacción | Febrero 27, 2013 - 9:33 am - Publicado en Cultura

Gumersindo Ontañón Ontañón. Jueves 28 de febrero, Plaza Mayor, son las 12 en punto de la noche, comienza el ritual, las hogueras ambulantes, el recuerdo a quienes nos han dejado, la noche oscura, fría, envolvente, el pueblo sumido -de Navidad a aquí-, es Villanueva de Gumiel, son las marzas, es el año 2013, la primavera cercana, un respiro para los vecinos.

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Significado de esta tradición

Respecto a la significación que para la gente de nuestros pueblos ha tenido esta tradición en la época que recuerda la memoria“, voy a exponer aspectos interesantes a tenor de lo que expresa Miguel Manzano Alonso, en “El cancionero popular de Burgos”, en su Quinto tomo.

1. Rondas Petitorias. Las marzas son desde luego un acto complejo, colectivo, y si hubiera que añadirle otro calificativo este sería el de solidario. Son rondas petitorias, pero en ellas los rondadores no suplicaban una dádiva, sino que ejercían un derecho. Un derecho que les daba su juventud, su condición de “mozos” y “del pueblo”, siendo una obligación del rondado en dar algo en la medida de sus posibilidades. Era una especie de socialización de los productos de del cerdo invernal y otros bienes que administraban las dueñas y dueños de las casas, pues nada había más lejano del ánimo del marzante que el limosneo y nada más criticado en el pueblo que la tacañería del rondado.

marzasvilla2012 Marzas 2013 en Villanueva de Gumiel

Habitualmente, los mozos nada tenían en el mundo rural de economía centrada en la familia, donde iba a parar de forma mancomunada todo el resultado del trabajo de sus miembros. Estos no adquirirán independencia económica hasta el matrimonio, por eso las meriendas de los mozos con lo obtenido de esas rondas petitorias constituían un acto de unión de género y edad, aunque en algunas ocasiones pudieran invitar a mozas o autoridades a participar en las mismas.

2. Rondas Amorosas. También se trata de rondas de corte amoroso por la inclusión de textos de cortejo, como el retrato en el sur (de la provincia) y los mandamientos, sacramentos de amor, etc. en el norte, y sin embargo, nadie cantará abiertamente su amor a la moza pretendida en esas rondas, tanto por el miedo al ridículo en el caso de rechazo público -al estar en presencia de toda la mocedad del pueblo- como por la dificultad de hacerlo en unas rondas que no incluyen libertad de los contenidos y estrofas para el canto individual, sino que se componen de textos fijos, seriados y entonados a coro.

Esto no obsta para que con motivo de esas rondas algún mozo no cantase con más vehemencia las estrofas comunes de cortejo según ante que casa, pero que tienen más de ronda ritual colectiva que del galanteo amoroso.


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